sábado, 3 de mayo de 2014

Canarias fue poblada por tribus rebeldes deportadas por Roma.


A inicios de nuestra Era Roma deportó a miles de personas, miembros de tribus norteafricanas insurrectas, como medida ejemplar, punitiva, para desarraigarlas y colonizar nuevos territorios. El arqueólogo José Juan Jiménez (izquierda) sostiene que las islas Canarias se poblaron así en el Mundo Antiguo.
José Juan Jiménez, que es el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, expone su investigación en el libro "La tribu de los Canarii. Arqueología, Antigüedad y Renacimiento"publicado por Le Canarien Ediciones, para el que ha utilizado gran número de datos sobre África del Norte y el archipiélago.
Este ensayo científico abarca fuentes escritas grecorromanas, hallazgos arqueológicos, información geográfica, paleoambiental, etnohistórica y etnología tribal, en «una visión actualizada de un ámbito continental y archipielágico dinámico», señala el arqueólogo.
Los Canarii son un grupo étnico norteafricano que, en este libro, el autor sitúa en dos momentos y lugares para mostrar su evolución y adaptación como sociedad históricamente documentada.
José Juan Jiménez ha profundizado en la deportación de colectivos tribales durante la Antigüedad, grupos humanos desconocedores de la navegación que debieron ser trasladados a las islas desde el vecino continente a comienzos de nuestra Era.
Detalla que en el siglo I los indígenas norteafricanos que no aceptaban la paz con Roma se trasladaron a las montañas y comenzaron las hostilidades contra el Imperio.
Para mitigar esta segunda insurrección el emperador Claudio envió a Suetonio Paulino, el primer jefe romano en traspasar la cordillera del Atlas y describir los parajes donde alcanzó a los miembros de la tribu de los Canarii.
El experto añade que en época romana las tribus irredentas sometidas eran deportadas a otros enclaves situados a centenas de kilómetros, con la aquiescencia del Senado Romano, y se desplazó a miles de personas por rutas terrestres y marítimas.
«Una medida ejemplarizante para desarraigarlas sin esperanza de retorno y también para colonizar nuevos territorios», precisa José Juan Jiménez, quien afirma que «en Canarias hay que diferenciar a los pobladores que se quedaron a vivir en las islas de quienes les transportaron desde el continente».
Los primeros dejaron su huella arqueológica de raigambre líbico-bereber, los otros no edificaron anfiteatros, termas o acueductos ni se establecieron permanentemente, puntualiza.
El conservador del Museo Arqueológico detalla asimismo que los Canarii ya no vivían en la prehistoria, pues nomenclaturas y significados se asentaron a medida que los conocimientos geográficos «dieron paso a la realidad dejando atrás los mitos».
Para el especialista «una cosa es el nombre Canaria dado a Gran Canaria desde la época de Juba II y otra la posterior denominación Canaria dada a la isla por la tribu a la que pertenecían sus primeros pobladores».
El primer nombre es latino y procede del hallazgo de canes marinos o focas monje en dicha isla en el siglo I a.C.; el segundo es de estirpe líbica, latinizado en su terminación y referido a la tribu cuyos miembros habrían sido trasladados desde el norte de África hasta Gran Canaria en el siglo I d.C.
Una vez allí, la adaptación y evolución acaecida en los siguientes 1.300 años «tipificó la personalidad insular de los Canarii, cuya huella quedó en la arqueología, en los documentos, en la lingüística y en el territorio, entre la Antigüedad y el Renacimiento», apunta el experto.
Jiménez expone también en su libro aspectos de la vida cotidiana de los Canarii, como sus actividades productivas, reproductivas, los asentamientos, la demografía, estructura de poder, normas matrimoniales, orden jurídico y etnoastronomía.
Sobre esta última cuestión apunta que el culto astral les conminó a construir, orientar y alinear emplazamientos para establecer sus calendarios, organizarse y transmitir su conocimiento a las siguientes generaciones mediante la experiencia y la tradición oral.
Además, el arqueólogo se refiere en su estudio al primitivo cristianismo norteafricano y, concretamente, al obispado de Bacanaria, cuyo titular llamado Palladius bacanariensis fue mandado al exilio por los vándalos en el año 484.
Propone que esta sede episcopal estaba adscrita a la Mauretania Tingitana (actual Marruecos) y la ubicación de la tumba del obispo, exhumada tras las excavaciones afrontadas en las ruinas de la antigua Basílica de Theveste (actual Argelia).
"Es decir el nombre tribal fue vuelto a citar a fines del siglo V en un listado de prelados exiliados por el rey Hunerico, lo que ratifica la existencia de esta tribu así como del resto de grupos étnicos", afirma Jiménez, quien precisa que este lista se incluye en el documento "Noticias de la persecución vandálica en el norte de África"

viernes, 2 de mayo de 2014

Según los arqueólogos Roma es 200 años más antigua de lo que se creía.

Según los arqueólogos, la ciudad de Roma es dos siglos más antigua de lo que se ha venido pensando hasta ahora. Nuevos restos hallados durante una excavación en el Foro así lo atestiguarían.
Ya sabíamos que es una de las ciudades más antiguas del mundo, pero la antigua Roma es desde ahora un poco más vieja.
Fuente: La túnica de Neso, 14 de abril de 2014
En unas excavaciones realizadas en el interior del Foro Romano se han hallado restos de un muro que data del año 900 a.C. – lo que sugiere que la Ciudad Eterna fue fundada dos siglos antes de lo que se creía anteriormente.
Utilizando las más novedosas tecnologías, arqueólogos italianos han hallado restos de un muro hecho de toba – un tipo de piedra caliza – junto con fragmentos de cerámica y granos, durante una excavación en el Lapis Niger, un altar de piedra negra varios siglos anterior al Imperio Romano.
Según la leyenda local, Roma fue fundada por los hermanos gemelos Rómulo y Remo en el año 753 a.C. Pero este descubrimiento ha convencido a algunos destacados arqueólogos italianos de que la ciudad pudo haber sido fundada dos siglos antes de eso.
“El examen del material cerámico recuperado nos ha permitido fechar cronológicamente la estructura del muro entre el siglo IX a.C y principios del siglo VIII a.C.”, señala la Dra. Patrizia Fortuni, arqueóloga de la Superintendencia cultural de Roma que dirige el equipo de investigación.
“Por lo tanto es anterior a la que tradicionalmente se considera la fecha de la fundación de Roma.”
El Lapis Niger se encuentra junto al Arco de Septimio Severo, un monumento de mármol construido en el corazón del Foro en el año 203 d.C.
Los expertos han estado trabajando en la excavación desde 2009, usando fotos históricas, imágenes y otras investigaciones dejadas por arqueólogos como Giacomo Boni, que dirigió la excavación del Foro Romano desde 1899 hasta su muerte en 1925.
A partir de imágenes de Boni, la Dra. Fortuni y su equipo han creado imágenes en 3D de la localización, y mediante el uso de escáneres láser y fotografías de alta definición han sido capaces de determinar la ubicación exacta del muro enterrado, que han descrito como la “primera estructura” en el sitio sagrado.
Una excavación anterior en el lugar descubrió un bloque de piedra conocida como la “lex sacra”, que contiene la inscripción en latín más antigua conocida de Roma, que data del año 565 a.C.
Fuente: Josephine McKenna | The Telegraph  Rome ‘ages’ 200 years as archaeologists discover new remains

miércoles, 1 de enero de 2014

El anillo romano que inspiró a Tolkien para su saga del Hobbit


No se lo digan a Frodo Bolsón. Tras tantos esfuerzos para destruirlo, el hobbit podría no aguantar la noticia de que su viaje fue en balde. Porque el anillo del poder en torno al que giran El hobbit y El señor de los anillos, las obras más famosas de J.R.R. Tolkien, existe de verdad y hasta se puede ver. O eso, al menos, sostiene una muestra que se inaugura hoy en The Vyne -una mansión en el sureste de Inglaterra que pertenece al patrimonio británico- y que expone el célebre adorno.
Fuente: El País.com, 2 de abril de 2013
La exposición The Ring Room, creada en colaboración con la Sociedad Tolkien, “cuenta la increíble historia de este anillo, de la tabla romana que lleva una maldición para el hombre que lo robó, y sus conexiones fascinantes con Tolkien”, afirma un comunicado en la página web de The Vyne.
El anillo en cuestión fue encontrado, al parecer, por primera vez por un granjero en 1785 en los alrededores de Silchester, antigua ciudad que fue abandonada en el siglo VII y jamás repoblada y que el diario británico The Guardian define como “uno de los yacimientos romanos más enigmáticos del pa... El mismo periódico cuenta que los historiadores creen que el granjero vendió el dorado adorno a la familia Chute, que residía precisamente en The Vyne.
“Senicianus vive bien en Dios” reza la frase en latín que recorre todo el anillo y que Tolkien cambió por aquello tan famoso para los fans de los libros de “un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas”.
Ni que de una novela de Tolkien se tratara, la historia cuenta también con una maldición. El propio Senicianus debió de perder su precioso tesoro –con perdón de Gollum- cerca de Silchester. De ahí que, a pocas millas de la ciudad, en un lugar llamado La colina del enano, unas décadas más tarde fue hallada una tabla romana en la que un tal Silvianus le contaba al dios Nodens que le habían robado su anillo y le pedía justicia: “A los que llevan el nombre de Senicianus que no les sea concedida salud hasta que devuelvan el anillo al templo de Nodens”.
Cuando el arqueólogo Mortimer Wheeler volvió a excavar en la zona, en 1929, le pidió ayuda a Tolkien, por aquel entonces solo profesor de Oxford, para comprender de qué divinidad se trataba. De ahí que el escritor descubriera la existencia del anillo y toda la historia. De hecho, estuvo investigándola al menos un par de años antes de que, en 1937, publicara El hobbit.
Teniendo en cuenta que siempre se han conocido sobre todo las influencias literarias que condicionaron a Tolkien, "es particularmente fascinante ver la evidencia física del anillo Vyne, con sus conexiones con Tolkien y la inscripción que lo asocia con la maldición”, como relata el doctor Lynn Forest-Hill, de la Fundación Tolkien, a The Guardian.

jueves, 1 de agosto de 2013

Un estudio descarta la desaparición de Tartessos por un tsunami


Foto: Recreación de la mítica Atlántida mostrada en el documental 'Finding Atlantis' / National Geographic Channel
Investigadores españoles descartan que el enigmático pueblo de Tartessos, desaparecido de manera abrupta hace 2.500 años, fuera barrido por una ola gigante.
Fuente: Manuel Ansede | Materia.com, 13 de julio de 2013
Artículo de referencia: "Modeling tides and tsunami propagation in the former Gulf of Tartessos, as a tool for Archaeological Science". Por José-María Abrila, Raúl Periáñeza (Departamento de Física Aplicada I, ETSIA, Universidad de Sevilla) y José-Luis Escacena (Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Sevilla) Aquí.
Foto: Escultura de hace 2.600 años representando posiblemente a un rey tartesio / Manuel Camacho
Si hay que tomarse la Biblia como un libro de historia creíble en algunos pasajes, hace unos tres milenios la flota del rey Salomón llegaba cada tres años a Israel cargada de oro procedente de la recóndita Tarsis. “Porque el rey tenía en el mar las naves de Tarsis junto con las naves de Hiram [rey de la ciudad fenicia de Tiro], y cada tres años las naves de Tarsis le traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales”, asegura el Antiguo Testamento.
Durante siglos, aquella Tarsis preñada de oro, identificada con la Tartessos mencionada en los textos clásicos griegos, parecía una leyenda. Algunos incluso han visto en ella la mítica Atlántida, una rica civilización que aparentemente sólo existió en la cabeza del filósofo griego Platón. “Había una isla delante de la desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles”, dejó escrito el maestro de Aristóteles.
A partir de las indicaciones geográficas de Platón, en el último siglo muchos investigadores han buscado la supuesta Atlántida en el suroeste de España, más allá de las columnas de Heracles, como se llamaba al estrecho de Gibraltar. Pero ninguno la ha encontrado.
Sin embargo, en 2009, una polémica expedición dirigida por el arqueólogo estadounidense Richard Freund, apadrinado por la National Geographic Society, peinó las marismas del río Guadalquivir en busca de la supuesta Atlántida-Tartessos. El documental resultante, Finding Atlantis (Encontrando la Atlántida, 2011), acabó de fijar en la cultura popular que la Atlántida y Tartessos fueron la misma civilización, que habría acabado sus días barrida por un tsunami hace unos 2.500 años.
Tiro al pichón
Pero “esa hipótesis no es realista”, según advierte el físico José María Abril. Este catedrático de la Universidad de Sevilla acaba de reproducir con un programa informático cómo eran las marismas del Guadalquivir hace 2.500 años y cuáles habrían sido los efectos sobre la costa de un tsunami tan catastrófico como el que arrasó Lisboa en 1755. Aquel seísmo liberó una energía de 835 kilotones, unas 50 veces superior a la energía liberada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.
“El golfo de Tartessos, hoy las marismas del Guadalquivir, tenía aguas poco profundas y su entrada estaba parcialmente cerrada por una barrera litoral. Nuestra simulación muestra que el tsunami rompería en la entrada del golfo, no llegaría a penetrar en la costa”, explica Abril.
Foto: El 'Bronce Carriazo', una de las piezas tartesias más conocidas / José Luiz Bernardes Ribeiro
Tartessos fue un pueblo que supuestamente dominó, hace entre 3.000 y 2.500 años, el suroeste de la península Ibérica, hoy ocupado por las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Su mayor fuente de riqueza habría sido el comercio del oro y la plata de sus minas. Durante siglos, fue una civilización de la que sólo existían referencias literarias. Hasta 1958, cuando unos obreros que estaban ampliando las instalaciones de la Real Sociedad de Tiro al Pichón de Sevilla se toparon bajo la tierra con brazaletes, un collar y otras piezas de oro macizo.
En busca de la capital
Aquellas joyas, conocidas como el Tesoro del Carambolo, hoy son atribuidas a los fenicios, pero en su momento resucitaron la búsqueda de la desaparecida capital de Tartessos, una civilización que se esfumó hace unos 2.500 años, coincidiendo con el comienzo de la supremacía de Cartago en el Mediterráneo occidental y con la pérdida de uno de sus principales mercados, la metrópoli fenicia de Tiro, sometida por los babilonios.
El estudio de Abril ha revisado los efectos de un hipotético tsunami en ocho de las localizaciones propuestas por los historiadores como posible sede de la capital perdida de Tartessos. Sólo dos de ellas, el Cerro del Trigo, un lugar propuesto en 1924 dentro del Parque Nacional de Doñana, y La Algaida, cerca de San Lúcar de Barrameda (Cádiz), “podrían haber sufrido un daño entre moderado y grave, pero difícilmente habría sido suficiente como para justificar el colapso de los Tartessos”, afirma el estudio.
El modelo informático, validado con otros tsunamis históricos y bien documentados, sí que dibuja daños potencialmente catastróficos en otras costas alejadas del golfo de Tartessos. “Una ola de 9,3 metros alcanzaría Cádiz 70 minutos después del terremoto que originaría el tsunami”, advierte el estudio. “En Huelva, una primera ola de cuatro metros llegaría dos minutos después que en Cádiz, pero sus réplicas serían más potentes, con una tercera ola de unos tres metros llegando 80 minutos después”, alertan los autores.
Mentiras
El trabajo, publicado en el Journal of Archaeological Science, cuenta también con la firma del prehistoriador José Luis Escacena, experto en el mundo de los tartesios.
En cuanto a la Atlántida que el documental de National Geographic sugería haber encontrado bajo las marismas del Guadalquivir, era todo mentira, según explicó en su momento el investigadorSebastián Celestino, del Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC). Celestino buscó en 2009 restos arqueológicos en el subsuelo de la marisma de Hinojos, el punto del Parque Nacional de Doñana en el que el arqueólogo estadounidense Richard Freund rastreó la Atlántida tras detectar supuestos restos de templos mediante fotos de satélite.
A juicio de Celestino, según denunció en una entrevista en Esradio, los autores del documental de National Geographic tenían “una intención fundamentalmente económica”, porque “debajo de las marismas, a 12 metros de profundidad, no hay absolutamente nada”.

martes, 30 de julio de 2013

La curiosa historia del misterioso ‘kykeón’ en Eleúsis


Durante casi dos mil años (1500 a.C. a 492 d.C.), un pequeño templo junto al mar, en la ciudad griega de Eleúsis (hoy, Eléfsina) fue el centro espiritual más importante de la civilización occidental. Por él pasaron, al menos una vez en su vida, miles de ciudadanos de toda condición y procedencia decididos a expandir su conciencia por medio de un ritual iniciático conocido como los Misterios de Eleúsis. La naturaleza de estos ritos permaneció oculta para los no iniciados, bajo pena de muerte, durante miles de años, hasta prácticamente finales del siglo XX. Gracias, sobre todo, a la investigación de un científico excepcional, el doctor Albert Hoffman,  hoy tenemos una idea muy verosímil de cuál fue la naturaleza de esas prácticas.
Fuente: A.P. Schroedel | 20minutos.es, 28 de junio de 2013
El templo estaba dedicado a las diosas Démeter y Perséfone (madre e hija). Celebraba la vuelta de la segunda a la Tierra tras pasar parte del año en el Hades (el inframundo) y el reencuentro con su madre, diosa del grano. Sus dos máximos sacerdotes (los hierofantes)  pertenecieron durante toda su historia a las mismas dos familias, que pasaban de padre a hijo su autoridad.
El acceso a los misterios era bastante democrático. Costaba el equivalente a un mes de trabajo de un artesano medio y cualquier hombre o mujer que no tuviera delitos de sangre y hablara griego podía asistir. El número de aspirantes aumentó con el tiempo, hasta llegar a millares cada año.

Los peregrinos pasaban entre uno y tres días en las afueras del templo, ayunando y 'limpiándose' física y espiritualmente, antes de que se abrieran las puertas. Entraban luego, en grupos de alrededor de 300, en una gran sala y, a partir de ahí, comenzaban diez días de ceremonias y revelación de misterios sobre los que los ya iniciados tenían prohibido hablar jamás bajo pena de muerte.
El momento decisivo de todo el ritual era la toma del kykeón, un bebedizo elaborado con menta y harina de centeno, un centeno que se cultivaba en campos propios, cercanos al templo, de los que se han hallado restos arqueológicos.


El cornezuelo del centeno es un hongo rojizo que parasita esta y muchas otras gramíneas. Todo lo relacionado con él era misterioso hasta que el doctor Albert Hofmann descubrió su estructura química, que desembocó, casualmente, en el descubrimiento del LSD. Desde entonces se sabe que el cornezuelo contiene una importante mezcla de alcaloides: la ergonovina y la diamida del ácido lisérgico son muy visionarios y de escasa toxicidad; la ergotamina y la ergotoxina son más peligrosos.
En 1993, tras cincuenta años estudiando las características y los efectos del LSD, Hoffman, junto a Robert Wasson y Carl Ruck, desarrolló la hipótesis de que el brebaje que durante veinte siglos habían ingerido los iniciados eleusinos, el kykeón, no era otra cosa que un preparado con las propiedades psicodélicas  de los alcaloides del cornezuelo del centeno, similar al LSD. Dichas propiedades son consideradas, desde entonces, enteogénicas, o sea, que provocan estados alterados de conciencia y ponen al consumidor en contacto con 'el dios interior'.

 

La tesis de estos tres importantes especialistas (un químico, un helenista y un etnobotánico) es que el centeno con el que se preparaba la harina que formaba la base del kykeón estaba, con casi total seguridad, parasitado por el hongo, que, como se ha visto, contiene varios alcaloides psicotrópicos, como el LSA (amida del ácido lisérgico), un precursor del LSD (dietilamida del ácido lisérgico). No es una hipótesis descabellada ni extraña. La Historia recoge bastantes casos de poblaciones que 'enfermaron' por el consumo de esta harina (de color tostado) en épocas en las que, debido a la hambruna, no era posible desecharla por ser de 'peor' calidad. Es muy posible que los peregrinos-iniciantes, fueran 'elevados' por este bebedizo a estados mentales revelatorios con ramificaciones espirituales e intelectuales.
Grandes pensadores, filósofos, escritores, científicos o políticos de la antigüedad pagana griega o romana pasaron por Eléusis: Platón, Aristóteles, Pausanias, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Plotino, Cicerón, Adriano o Marco Aurelio son algunos de ellos, y seguramente hubo muchos más. Todo acabó en 492, cuando el emperador Teodosio prohibió la celebración de los Misterios para consolidar el cristianismo en Occidente.
A. Hoffman (1906-2008), el sintetizador
Nació en Baden (Suiza) y estudió Química "para llegar a conocer la esencia de la realidad". En los laboratorios Sandoz, investigando los alcaloides del cornezuelo del centeno, descubrió el LSD  (1943), lo que lo haría mundialmente famoso. Escribió, con Wasson y Ruck, El camino a Eleusis: Una solución al enigma de los Misterios (1993).

martes, 11 de junio de 2013

Hallan el jardín secreto de Adriano y cinco edificios en su villa de Tívoli

Fuente: Il Messaggero.it | Laura Larcan | 5 de junio de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
La "gran belleza" de Adriano estaba escondida en un jardín secreto. El área más escénica y desconocida de su villa en Tívoli, que se yergue sobre una cresta de toba, está detrás de la famosa Piazza d'Oro. Es aquí donde han surgido, en una secuencia estratégica, cinco edificios monumentales de una rara elegancia arquitectónica, decorados con estatuas colosales, y proyectados por Adriano para ofrecer recorridos privilegiados y crear fondos paisajísticos de carácter idílico.
Son la memoria 'inédita' de Adriano, la cual emerge ahora en una parte de su villa completamente olvidada y considerada durante siglos de poco interés, hasta el punto de ser excluida de los recorridos de visita en los años 60 del pasado siglo para acoger un camping.

El descubrimiento, fruto de una larga y compleja campaña de excavaciones llevadas a cabo por la Universidad La Sapienza, bajo la responsabilidad científica de Patrizio Pensabene (izquierda), en estrecha colaboración con la Superintendencia del Patrimonio Cultural del Lazio y la directora de Villa Adriana, Benedetta Adembri, fue presentado en el Congreso Internacional sobre la Antigüedad Clásica celebrado recientemente en Mérida, España.
"Lo que se ha descubierto es sólo la punta del iceberg, ya que estas estructuras no se han documentado antes, ni incluso por los estudiosos antiguos como Piranesi", dice el director de la excavación Adalberto Ottati (derecha), investigador de La Sapienza y del Instituto Catalán de Arqueología Clásica.
El único monumento visible era el llamado mausoleo de época republicana, un edificio circular que ha sido completamente reinterpretado, datándose, como los otros, en la época de Adriano (en el 123 d.C. por las marcas de los ladrillos). "Es un lugar único, sin comparación con las estructuras conservadas. Seguramente era un pabellón-museo que lucía todo su esplendor en el interior y no en el exterior. En la rica decoración arquitectónica, de la cual hemos encontrado fragmentos de monumentales, destaca una columnata dórica, una elección estilística no casual, sino significativa en su referencia a la Grecia de los orígenes. Además debía contener también estatuas y obras de arte, como una especie de lugar de contemplación de lo bello", dijo Ottati.

TEMPLOS Y COLOSOS
Las investigaciones del pabellón de Adriano (dirigidas por Patrizio Fileri, Francesca Stazzi, Luigi Tortella, Elisa Iori, Elisa Mancini y Vito Mazzurca) revelaron una inusual secuencia de edificios: un templete rectangular, seguido de un segundo pabellón circular combinado con otro templete rectangular. Este último, coronado por un gran edificio porticado. Un complejo escenográfico de remarcada sugestión: "La disposición de los edificios crea un juego de fondos y puntos de vista entre la naturaleza y la arquitectura que dan testimonio de querer recrear los paisajes que se encuentran en las pinturas de Pompeya", subraya Ottati. "Una comparación interesante está propiamente entre las pinturas del segundo y tercer estilo, y, en especial, en las vistas de paisajes idílicos-sagrados de la tradición tardo-helenística".
 
Pero eso no es todo. Cerca del segundo pabellón se encontraron cientos de fragmentos de mármol de una estatua colosal que hoy, después de un trabajo de restauración cuidadoso y minucioso, ha recuperado su identidad.
"Se parece a una Nemesis, y por su carácter colosal puede ser también una estatua-retrato de una emperatriz", dice Ottati. Tal vez la misma Vibia Sabina, esposa de Adriano. Pero las hipótesis siguen abiertas. Las excavaciones se reanudarán en septiembre.