sábado, 28 de julio de 2012

¿Y si Alejandro Magno no fue tan magno?

Fuente: BBC Mundo | 23 de julio de 2012
Alejandro Magno es retratado como un conquistador legendario y un líder militar admirable en los libros de historia occidentales, influidos por la versión griega de su vida. Sin embargo, la perspectiva persa es muy diferente.

El profesor Ali Ansari del Instituto de Estudios Iraníes de la Universidad Saint Andrews de Escocia, analiza para la BBC ese punto de vista.
A quien visite las espectaculares ruinas de Persépolis, el lugar donde se encontraba la capital ceremonial del antiguo Imperio persa Aqueménida, le contarán tres hechos: que la ciudad fue construida por Darío el Grande, embellecida por su hijo Jerjes y destruida por aquel hombre.
Aquel hombre es Alejandro Magno, celebrado en la cultura occidental como conquistador del Imperio persa y como uno de los grandes genios militares de la historia.
En realidad, si uno lee algunos libros de historia occidentales podría llegar a la conclusión de que los persas existieron simplemente para ser conquistados por Alejandro.
Pero los persas ya habían sido derrotados por los griegos en dos invasiones fallidas, una llevada a cabo por Darío el Grande en 490 a.C. y otra por su hijo Jerjes diez años después. En ese sentido, el asalto de Alejandro fue una consecuencia lógica.

Destrucción de Persépolis

 
Ruinas de Persépolis
No obstante, visto a través de los ojos persas, Alejandro está muy lejos de parecer Magno. Arrasó Persépolis después de una noche de borrachera, incitado por un cortesano griego, en venganza por la quema de la Acrópolis por el rey persa Jerjes.
Los persas lo responsabilizan de la destrucción de lugares religiosos en todo su imperio.
Los símbolos del zoroastrismo –la antigua religión de los iraníes- fueron atacados y destruidos. Para los sacerdotes zoroástricos aquello fue prácticamente una calamidad.
La influencia de la cultura y la lengua griegas ha contribuido a establecer una narrativa en Occidente según la cual la invasión de Alejandro fue la primera cruzada para llevar la civilización y la cultura al Oriente bárbaro.
Pero la realidad es que el Imperio persa fue conquistado no porque necesitara ser civilizado sino porque abarcaba desde Libia hasta Asia Central y era el mayor imperio que el mundo había visto hasta ese momento.
Era, pues, un premio muy valioso.

Admiración por lo persa

 
Ruinas de Persépolis.
No obstante, los griegos sentían una gran admiración por el Imperio persa y por sus emperadores. Al igual que los bárbaros que conquistaron Roma, Alejandro admiró lo que encontró, tanto que estuvo encantado de tomar el manto persa del Rey de Reyes. Pero la admiración griega por lo persa se remonta a mucho antes que ese momento.
Jenofonte, el general y escritor ateniense, escribió un himno para Ciro el Grande –la Ciropedia- alabando al gobernante que había, según él, demostrado que un vasto territorio podía ser regido gracias a un carácter y una personalidad fuertes.
"Ciro fue capaz de penetrar un país inmenso gracias al puro terror que emanaba de su personalidad, que hacía que los habitantes se postraran ante él…", escribió Jenofonte.
Emperadores persas posteriores como Darío y Jerjes intentaron invadir Grecia y fracasaron. Sin embargo, es destacable que muchos griegos acudían a la corte persa. El más notable fue Temístocles, quien luchó contra el ejército invasor de Darío en la batalla de Maratón e ideó la victoria de los atenienses contra Jerjes en Salamina. Desencantado con la política ateniense, emigró al Imperio persa y acabó encontrando trabajo en la corte, donde fue nombrado gobernador provincial y vivió el resto de su vida.
Con el tiempo, los persas se dieron cuenta de que podían conseguir sus objetivos en Grecia intentando enfrentar a las ciudades griegas entre sí, y durante la guerra del Peloponeso los persas financiaron a los espartanos contra los atenienses.

El príncipe jardinero

"Como otros conquistadores que siguieron sus pasos, incluso el gran Alejandro fue seducido y absorbido por la idea de Irán"
Ruinas de Persépolis
La figura clave en esta estrategia fue el príncipe persa y gobernador de Asia Menor Ciro el Joven, quien durante años cultivó una buena relación con los griegos hasta el punto de que cuando lanzó su apuesta por el trono persa reclutó a cerca de 10.000 mercenarios griegos. Por desgracia para él, murió en el intento.
En un maravilloso relato, el general espartano Lisandro cuenta su visita a Ciro el Joven en la capital provincial, Sardis. Lisandro narra cómo Ciro lo agasajó y le mostró su jardín amurallado, su paradeisos, origen etimológico del término paraíso.
Cuando Lisandro dijo que debería dar las gracias al esclavo responsable de tal obra, Ciro se rió y señaló que él mismo había trazado el diseño y había plantado algunos de los árboles.
Al ver la sorpresa del espartano, Ciro indicó: "te juro por Mitra que, si la salud me lo permite, nunca como sin haber trabajado y sudado, sin haber realizado alguna actividad relevante en el arte de la guerra o en la agricultura".
Impresionado, Lisandro aplaudió y agregó: "mereces tu buena fortuna, Ciro, porque eres un buen hombre".

¿Alejandro arrepentido?

 
Soldados aqueménidas en un relieve en Persépolis.
Alejandro es muy probable que estuviera familiarizado con estas historias. El Imperio persa no era tanto algo que conquistar como un logro que conseguir.
Aunque los persas lo caracterizan como un destructor, un joven indómito e irresponsable, las pruebas indican que Alejandro mantuvo cierto respeto por los habitantes de los territorios conquistados y llegó a arrepentirse de la destrucción que causó su invasión. Al ver la tumba saqueada de Ciro el Grande, al norte de Persépolis, se mostró compungido y ordenó que se reparara. Si hubiera vivido más de 32 años, quizá hubiera restaurado mucho más.
Y quién sabe, quizá los persas se hubieran avenido a su conquistador macedonio, lo hubieran absorbido, como sucedió con otros, y lo hubieran incorporado a su historia nacional.
De hecho, en el gran poema épico persa, el Sahnameh, del siglo X d.C., Alejandro ya no es un príncipe completamente extranjero, sino hijo de madre persa. Eso es un mito, pero quizá revela más verdad que las apariencias de la historia.
Como otros conquistadores que siguieron sus pasos, incluso el gran Alejandro fue seducido y absorbido por la idea de Irán.

domingo, 22 de julio de 2012

Una tablilla encontrada en Dispilio, Grecia, pone en cuestión la historia de la escritura


Foto: Tablilla Dispilio

En 1993, en un asentamiento neolítico a orillas del lago que ocupa una isla artificial, cerca de la villa moderna de Dispilio, en el lago de Kastoria, de la prefectura de Kastoria, el profesor George Hourmouziadis (izquierda) y su equipo desenterraron la Tablilla Dispilio (también conocida como la 'Escritura Dispilio' o el 'Disco Dispilio'), una tablilla de madera que lleva marcas inscritas y que ha sido datada por carbono 14 en el 5260 a.C.


En febrero de 2004, durante el anuncio del descubrimiento de la tablilla al mundo, Hourmouziadis afirmó que el texto con las marcas no podía ser fácilmente hecho público, ya que, en última instancia, ello cambiaría el actual contexto histórico sobre los orígenes de la escritura y el habla articulada representada con letras en vez de ideogramas, dentro de las fronteras del mundo griego antiguo y, por extensión, el europeo en sentido amplio.

Según el profesor de Arqueología Prehistórica de la Universidad Aristóteles, en Tesalónica, las marcas sugieren que la actual teoría que propone que los antiguos griegos recibieron su alfabeto de las pretéritas civilizaciones del Oriente Medio (babilonios, sumerios y fenicios, etc.) no cierra un hueco histórico de unos 4.000 años. Este hueco se traduce en los siguientes hechos: mientras que las antiguas civilizaciones orientales usaban ideogramas para expresarse, los antiguos griegos utilizaban sílabas de una manera similar a como las usamos hoy.
Fotos: Enclave neolítico (reconstruido) donde fue hallada la tablilla
La teoría histórica actualmente aceptada -y enseñada en todo el mundo- sugiere que los antiguos griegos aprendieron a escribir, a través de los fenicios, alrededor del año 800 a.C. Sin embargo, una pregunta surge entre los estudiosos: ¿cómo es posible que la lengua griega, que tiene 800.000 entradas de palabras, ocupe el primer lugar entre todas las lenguas conocidas en el mundo, mientras que la segunda lengua tiene sólo 250.000 entradas de palabras? ¿Cómo es posible que los poemas homéricos hayan sido elaborados alrededor de 800 a.C., que es justamente cuando se establece que los antiguos griegos aprendieron a escribir? Sería imposible para los antiguos griegos escribir estas obras poéticas sin haber tenido una historia de la escritura de al menos 10.000 años atrás, según una investigación lingüística estadounidense.  
 
Foto: Signos que aparecen en la tablilla
La tablilla es 2.000 años más antigua que los hallazgos escritos de época sumeria y 4.000 años más antigua que los tipos lineales de la escritura de Creta y Micenas. Según las declaraciones de Hourmouziadis realizadas en 1994, las marcas de la tablilla no se parecen a las figuras humanas, al sol y la luna, u otras figuras de ideogramas usualmente representadas. Ellas, en realidad, muestran signos de aféresis avanzada, lo que indica que son el resultado de procesos cognitivos.

La tablilla fue dañada parcialmente cuando se expuso al ambiente rico en oxígeno fuera del lodo y el agua en la que estuvo sumergida durante un gran período de tiempo, y ahora está bajo conservación. La publicación académica completa de la tablilla, al parecer, aún espera a que finalicen dichos trabajos de conservación.