viernes, 28 de enero de 2011

El Etrusco. Reseña de "El Etrusco" de Mika Waltari.


el etrusco
El Etrusco de Mika Waltari no es una novela histórica al uso, es más, no me atrevería a calificarla dentro de ningún genero especifico ya que al fin y al cabo Mika Waltari tiene una manera de escribir tan peculiar que hace que sus novelas sean incalificables o más exactamente diferentes a lo que cualquiera pueda haber leído anteriormente.

Debo empezar por resaltar que indudablemente El Etrusco es una buena obra, probablemente la mejor de las que he leído en que los dioses tienen un papel tan importante como los humanos, un genero del que no soy ni mucho menos un fanático, mi reseña de La Guerra de Troya es un buen ejemplo.

El protagonista de la obra es Turmo "el inmortal" en lo que podría llamarse una autobiografía, ya que será Turmo el que nos contara toda su historia pero no exactamente desde el inicio, ya que lo desconoce. Los dioses y los mitos de la antigüedad estarán siempre presentes lo que permite que ningún suceso inesperado este fuera de lugar, Turmo es un personaje melancólico con una facilidad pasmosa para asumir el peculiar e inestable carácter del resto de personajes principales e incluso para justificar sus acciones, en particular las de la bella Arsinoe.
La historia de El Etrusco es más o menos lineal, y seguiremos a Turmo en un viaje alrededor de Grecia, Roma, las ciudades Etruscas, las batallas de la época y todos los incidentes relevantes de unas décadas que cambiaron el mundo conocido, unas veces como protagonista, otras como actor secundario y en muchas ocasiones simplemente otros personajes contaran a Turmo lo sucedido en las guerra de Persia y Grecia. La batalla del estrecho de las Termopilas, la Batalla de Salamina, el incendio de Sardes... y cualquier suceso importante ayudan a completar la vida de Turmo pero no forman el núcleo de la Historia.

Mika Waltari demuestra una y mil veces su increíble conocimiento de los dioses y mitos de la antigüedad, en parte imagina para construir la historia lo que podía suceder en los Oráculos y Santuarios para introducirlos de manera magistral en la obra, en este punto y no en la historia pura y dura es donde se centra la vida de Turmo.

El amor y la amistad en muchas ocasiones son tan intensos que parecen perpetuos, para pasar a ser en pocas páginas un simple deseo del lector. Es muy destacable que Mika Waltari consiga encajar en la novela personajes tan diferentes y de carácter tan voluble, en la primera parte Doireo el Espartano tiene un papel muy importante, un personaje a caballo entre la ficción y la historia de la época.

El Etrusco es un libro realmente interesante para los amantes de las historias de dioses y misticismos, y para aquellos que quieran tener una visión general de la época pero sin detalles. Probablemente merece mayor calificación que las tres estrellas que yo le otorgo pero creo que mi compromiso debe ser juzgar por lo que me ha gustado a mí la obra, y yo hubiera preferido mucha más novela histórica y muchos menos dioses y religiones míticas, aunque hay que reconocer que de ser así estaríamos hablando de un libro absolutamente diferente, El Etrusco de Mika Waltari no podría ser reescrito de otra forma ya que no conservaría su esencia irracional, mítica y evocadora.
Titulo: El Etrusco.
Autor: Mika Waltari.
Otros libros del autor: Sinuhé el egipcio, El sitio de Constantinopla...

jueves, 27 de enero de 2011

Principales necrópolis desde la época romana

Principales necrópolis desde la época romana
Las excavaciones arqueológicas que suelen realizarse cada vez que se pretende construir un nuevo inmueble en la zona antigua de la ciudad suelen sacar a la luz, en muchos casos, tumbas de distintas épocas, lo que parece indicar que bajo lo que se denomina conjunto histórico existe una gran área de enterramientos que los expertos analizan cada vez que se produce un hallazgo. Retrocediendo a la época romana se pueden situar distintas necrópolis.
La presencia romana en Lorca está atestiguada por numerosos hallazgos pero no se ha podido situar con toda exactitud dónde estaba la necrópolis de Eliocroca. El hallazgo en el paraje conocido como Casa de las Ventanas, a cuatro kilómetros de la ciudad, cerca de la rambla de la Torrecilla, de una extensa zona de enterramientos cuya delimitación fue difícil porque eran bancales de continuada explotación, hicieron creer en un tiempo que se trataba de la necrópolis de Eliocroca.
Actualmente se dispone de información arqueológica que permite situar, en las laderas del Castillo y las tierras próximas al valle, un importante poblamiento en los siglos II y I antes de Cristo, y esa población, probablemente, utilizó para sus enterramientos la necrópolis ibérica de la Corredera. De esa zona se estima que procede la lápida de L. Rubellius, en base a su cronología antigua y a estar reutilizada como simple piedra en el portal de una casa lorquina desde el siglo XVIII. El cementerio de la Casa de las Ventanas queda excesivamente alejado, más de cuatro kilómetros del núcleo de población y no estaba situado en las inmediaciones de la Vía Augusta.
Hay documentada una necrópolis romana de incineración fechada en los siglos I y II después de Cristo, en las excavaciones realizadas en el glorieta de San Vicente para hacer el aparcamiento. El cementerio de Eliocroca entre los siglos V y VII estuvo situado entre las calles Selgas, Granero y Alfonso X.
Desde el principio de la presencia musulmana en Lorca la madina estuvo dotada de un cementerio que, de acuerdo con la cultura islámica estaba situado a los lados de los principales caminos que accedían a la ciudad, El crecimiento del núcleo urbano motivó que muchas veces los primitivos cementerios fueran absorbidos. El cementerio islámico que fue hallado en la calle Nogalte, junto a la iglesia del Carmen, en el año 2007, se remonta al siglo VIII
Los primeros restos arqueológicos de sepulturas musulmanas aparecieron en las obras del Colegio de la Purísima y fueron fechados en el siglo X, pertenecientes a un cementerio que se extendería por los terrenos ocupados ahora por San Patricio hasta la rambla en que se situó la Puerta de los Santos entre los siglos XVII-XVIII, y por la que discurre la calle del Álamo.
La topografía de la ciudad islámica de Lorca, distribuida en las laderas del cerro del Castillo, favoreció la creación de varios cementerios donde se fueron enterrando las gentes que habitaron en los barrios inmediatos. Hasta el año 2000 el único cementerio islámico documentado por excavaciones arqueológicas se extendía en las inmediaciones de la puerta de Gil de Ricla. Era de grandes dimensiones como se ha constatado con hallazgos en las calles Rojo, Villaescusa, Rubira, Núñez de Arce, Cava, Corredera, plaza de España y glorieta de San Vicente. El total de enterramientos exhumados esta cercano a los 300.
Otra de las zonas en que debió existir un cementerio islámico es la situada al pie de donde después se construyeron las iglesias de San Pedro y San Roque, que estuvo habitada por alfareros en los siglos XII y XIII, como lo prueba algunos hallazgos de sepulturas en la calle Vicente Ruiz Llamas. Los habitantes del Castillo fueron sepultados en el cementerio localizado junto al aljibe de la explanada, donde se hallaron once inhumaciones que siguen el ritual funerario islámico.
La presencia judía en Lorca se remonta a la época visigoda y con el tiempo fue importante, como se ha puesto de manifiesto con los recientes hallazgos en el Castillo. Se desconoce donde estuvo el cementerio judío, pero estaría situado extramuros, en un terreno inculto con los sepulcros orientados hacia Israel.
Con la conquista cristiana cambió el sistema de enterramientos y las iglesias se convirtieron en el lugar elegido para las inhumaciones. La parroquia de San Jorge, desaparecida para construir San Patricio, acogió en el subsuelo a miembros de algunas familias importantes. Los demás vecinos eran sepultados en el cementerio situado en el exterior del templo. Otras iglesias con cementerio fuera del edificio religioso, a principios del siglo XVI, fueron Santiago, San Mateo, Santa María y San Juan. También se enterraban en las iglesias de los conventos, como el de Virgen de las Huertas.
A partir del siglo XVIII los enterramientos dejan de hacerse en los templos y empezaron a construirse cementerios alejados de la población. En Lorca, el de San José fue el primero siguiendo esta norma. Era el año 1806 y estaba en los arrabales de la ciudad. Este camposanto acogía a los difuntos de las parroquias del centro del casco urbano. Hubo otros proyectos, pero el único que salió adelante fue el de San Cristóbal, construido en 1890. El crecimientos de la ciudad supuso las clausura del cementerio de San José en 1884, por haberse quedado pequeño y por su situación de insalubridad, con lo que se proyectó el actual cementerio de San Clemente, inaugurado en 1900, que se ha ampliado en varias ocasiones.

miércoles, 26 de enero de 2011

Dudas sobre el hallazgo de la tumba de Calígula


La policía italiana asegura haber descubierto los restos del emperador. -El anuncio provoca un gran escepticismo entre los estudiosos

JACINTO ANTÓN

La noticia de que la tumba de Calígula, el emperador romano sinónimo de depravación y locura, habría sido encontrada cerca del lago Nemi, 30 kilómetros al sur de Roma, donde el césar que quiso nombrar cónsul a su caballo (Incitato) disponía de una gran villa y de grandes barcos que servían de palacios flotantes, se deshincha. El anuncio del hallazgo lo hizo la policía italiana y ha tenido eco profusamente en la prensa internacional. Los especialistas, sin embargo, alzaron desde el principio la ceja con gran escepticismo. Y el martes por la noche la sobreintendente de antigüedades del Lazio, Marina Sapelli, puso más sordina al descubrimiento.

El hallazgo se habría producido tras la detención en Ostia de un hombre que trataba de sacar de contrabando una estatua de 2,5 metros de altura proveniente de una excavación clandestina. El ladrón habría conducido a la policía hasta el sitio de procedencia de la escultura. Sin embargo, Sapelli matizó que aún se desconoce el lugar exacto, y que la pieza, sin cabeza, que representa a un emperador divinizado, podría o no ser Calígula. La sobreintendente no descarta que la escultura sea exhibida en el Museo de las Naves de Nemi, donde se exhiben reproducciones y restos de las dos majestuosas naves del emperador excavadas en el lago durante el fascismo y destruidas durante la II Guerra Mundial.
Pocos césares romanos más (im)populares que Calígula (12 después de Cristo- 41 d. C), que en la imagen arquetípica de decadencia y amoralidad romanas está sólo un peldaño por debajo de Nerón. Suetonio dejó un retrato terrible de él: caprichosamente cruel, incestuoso y lunático, se lió con su propia hermana Julia Drusila, se disfrazaba de Venus y humilló y aterrorizó a los senadores. Puso a las legiones a recoger conchas y celebró con ellas un triunfo sobre el mar. Entre sus excentricidades, arrebatarle la coraza a la momia de Alejandro Magno al visitar su sepulcro en Alejandría. Fue novelado por Robert Graves (lo interpretó luego John Hurt en la producción de la BBC de su novela Yo, Claudio -su tío y su-su-sucesor-), llevado al teatro por Camus y erotizado hasta el porno por Penthouse en la película de Tinto Brass con Malcon McDowell.
Estudiosos, como la directora del Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC), Isabel Rodà, y la historiadora británica Mary Beard, mostraron escéptica cautela por el hallazgo desde el principio. El emperador fue asesinado "de mala manera", recuerda Roda —incluso le pegaron una puñalada en los genitales— por los pretorianos en una galería de su palacio en el Palatino, en Roma (el lugar fue hallado precisamente en 2008). Según Suetonio, su cadáver fue llevado a unos jardines en el Esquilino (los horti Lamiani)y allí rápidamente incinerado y sepultado bajo el césped. Más tarde fue vuelto a quemar y enterrado con más propiedad quizá en el Mausoleo de Augusto, donde reposaban varios miembros de la familia, pero no hay ninguna evidencia de que lo fuera en Nemi. Parece inconcebible que el símbolo asesinado de la monstruosidad imperial —con lo que les costó librarse de él—, y cuya memoria fue condenada, hubiera tenido un gran monumento. Calígula se llamaba en realidad Cayo Julio César Germánico. Su apodo, que significa "botita", se deriva de las botas militares, las caligae, que usaba desde niño.

Galera de Roma de John Stack: Dueños del mar I



Galera de Roma es la primera novela de la serie de John Stack Dueños del Mar; en primer lugar, y como declaración de intenciones de esta reseña, he de apuntar que desde el principio hasta el fin de la novela he disfrutado como un enano de su lectura. Galera de Roma está muy en la línea de las aventuras de los legionarios romanos Macro y Cato del afamado escritor Simon Scarrow cuya última entrega es El gladiador novelas agiles, entretenidas, fáciles de leer pero con una base histórica muy interesante, mas marcada incluso en la novela de John Stack.

Resulta sorprendente lograr con el debut literario una novela tan redonda como Galera de Roma, podría decirse que John Stack revive las novelas de aventuras de legionarios y las traslada al mar; con una cuidada selección de personajes, algunos ficticios y otros reales, el escritor nos traslada a mediados del Siglo III a.c., a una época no demasiado novelizada en los últimos años donde los cónsules son un Escipión, Cneo Cornelio Asina (no confundir con el tío de Escipión Africano) y Cayo Dulio, un hombre nuevo que logró llegar al consulado romano.

El núcleo de la trama serán dos legiones romanas atrapadas en Sicilia que solo podrán ser liberadas superando el poderío naval de los cartagineses con el implacable almirante Aníbal Giscón a la cabeza. En Galera de Roma además de batallas navales, persecuciones y mucha acción, encontraremos también tejemanejes políticos, ambiciones personales y todos los ingredientes necesarios para introducirnos en la mente de los principales personajes de la época, cada uno con sus raíces diferenciadoras y con muy diferentes objetivos. El colofón de la novela será la famosa batalla de Mylae del año 260 a.c. donde por primera vez los romanos utilizaron el corvus.

Probablemente Galera de Roma no sea una de las novelas más fidedignas con la historia, ni tampoco un libro demasiado ambicioso que se centre en un personaje o acontecimiento histórico concreto, pero logra cumplir el principal propósito de la novela histórica, entretener al lector al mismo tiempo que le hace embeberse de datos y acontecimientos históricos, y doy fe de que John Stack logra con creces este propósito. Una novela divertida, inteligentemente escrita, con personajes entrañables y con una buena dosis de historia de la primera guerra púnica entre Cartago y Roma, muy recomendable; si no fuera un autor y unos protagonistas diferentes podría creerse que simplemente Macro y Cato han ido a cumplir con sus obligaciones con Roma en el mar (algo que ya hicieron en una novela de Simon Scarrow.)

Titulo: Galera de Roma.
Serie: Dueños del Mar.
Autor: John Stack.
Editorial: Edhasa.
Leerlo si os gusto: El gladiador, Centurion y la traición de Roma.

martes, 25 de enero de 2011

Hattusa, la capital del Imperio hitita


NÚMERO 86, PÁGINA 40 NGH

  Entre agrestes colinas y rodeada por una poderosa muralla de seis kilómetros, se alzaba Hattusa, la capital del gran Imperio hitita, que dominó Anatolia y el Próximo Oriente en el siglo XIII a.C.

Rodeada por imponentes murallas, con una ciudadela y numerosos templos en su interior, Hattusa, en el centro de la actual Turquía, fue el corazón del poderos Imperio hitita; luego cayó en el olvido. Con la apertura de las murallas comenzaba la intensa actividad diaria en una ciudad que se extendía sobre casi doscientas hectáreas de terreno y que en tiempos del Reino Nuevo hitita, entre 1370 y 1270 a.C., alcanzó su máximo esplendor bajo soberanos como el gran Suppiluliuma I, vencedor de los hurritas de Mittani, el enemigo secular de Hatti. Hattusa, la turca Bogazköy o Bogazkale, ocupaba una posición privilegiada en el centro de las rutas que cruzaban Asia Menor, en una región regada por el río Marassanta (actual Kizil Irmak) y rodeada por la cordillera del Ponto, el macizo de Armenia y los montes Tauro.
Asentada sobre un terreno accidentado, el centro de Hattusa se encontraba en la zona llamada en turco Büyükkale, la «gran defensa», donde se alzaba el palacio real. Este promontorio amurallado, desde el que se dominaba el espacio circundante, tenía una larga historia: en él se había alzado la acrópolis del karum o factoría comercial asiria cuya actividad, entre 1900 y 1700 a.C., favoreció el desarrollo de Hattusa.
A la ciudadela se entraba por tres puertas vigiladas por torres que daban paso a tres patios consecutivos, alrededor de los cuales se abrían edificios administrativos y almacenes, el templo, las estancias del rey y de sus esposas (entre ellas la principal, la tawannana, transmisora de la legitimidad en la sucesión), así como las de sus descendientes, y la sala de audiencias o del trono. El palacio era el símbolo del poder absoluto del monarca. El tabarna o «gran rey» velaba por sus súbditos, y su título de Mi Sol daba cuenta de su grandeza y de la protección que recibía de los dioses; no en vano era divinizado a su muerte. Dada su estrecha relación con los dioses, el rey era también sumo sacerdote y dirigía los principales ritos. Era, además, comandante supremo del ejército y garante de la justicia.
Los funcionarios que trabajaban en palacio eran numerosos: desde el jefe del tesoro real, donde se acumulaban los regalos de los Estados vasallos y los botines de guerra, hasta los portadores de la lanza y el cetro del soberano, pasando por heraldos y sacerdotes. A su servicio y al de la corte se afanaba un enjambre de coperos, cocineros, panaderos, cerveceros, músicos, bailarinas, médicos... Y también de esclavos, que se atareaban en cocinas y almacenes. Había muchos sacerdotes en el palacio y fuera de él, ya que, además de sus propias deidades, los hititas rindieron culto a múltiples dioses tomados de otros pueblos del Próximo Oriente, como los hurritas.
De ahí la existencia de numerosos templos dedicados a las divinidades a las que se designaba con diferentes lenguas. En Hattusa se han localizado más de treinta templos que, en general, constaban de un sótano y una primera planta donde se hallaba la entrada, el patio central con las habitaciones y almacenes a su alrededor, y una sala de culto en la que se custodiaba la estatua de la divinidad, hecha en metal o madera y dispuesta sobre un pedestal. Pero la ciudad de Hattusa no la formaban sólo palacios y templos. En su interior se movía una población de más de 100.000 personas, a la que se sumaban los numerosos visitantes. La capital hititia era uno de los centros más cosmopolitas del Próximo Oriente, tanto como lo podían ser Babilonia en Mesopotamia o Tebas en Egipto.
Pero su brillo se fue apagando lentamente a partir de 1250 a.C. El reino de Hatti entró en crisis debido a la cada vez mayor independencia de los territorios conquistados y a las continuas guerras civiles relacionadas con la sucesión al trono. Suppiluliuma II, hijo de Tudhaliya III y último rey hitita mencionado por las crónicas, desapareció repentinamente de la historia hacia 1190 a.C. al mismo tiempo que Hattusa fue destruida y abandonada.

Empresario italiano financiará restauración del Coliseo


Según el acuerdo, el empresario no podrá utilizar el Coliseo para su publicidad. AFP
  • El dueño de la marca de zapatos Tod’s aportará 25 millones de euros
Autoridades italianas agradecieron a Diego Della Valle por la donación que permitirá restaurar uno de los monumentos más visitados en el mundo
- La restauración del Coliseo de Roma, el monumento  más célebre de la capital italiana, será financiada por el empresario italiano  Diego Della Valle, propietario de la célebre marca de zapatos Tod's, quien  aportará 25 millones de euros (33 millones de dólares), informaron este viernes  fuentes oficiales.
Las autoridades de la capital junto al ministerio de Cultura consideran una  prioridad la restauración del Coliseo, entre los lugares más visitados del  mundo y ejemplo de la imponente arquitectura realizada durante el imperio  romano.
El programa de restauración estará a cargo del comisario para las áreas  arqueológicas de Roma y Ostia Antigua, Roberto Cecchi y garantiza que el enorme  anfiteatro se mantenga abierto al público. 
"Termina una pesadilla", admitió el alcalde de la capital, Gianni Alemanno,  quien agradeció al empresario "por el gran regalo que ha hecho a Italia".
"De seguro no voy a colgar un zapato del monumento", bromeó por su parte el  reconocido industrial, al descartar que el acuerdo incluya el uso del Coliseo  para la publicidad.
El Coliseo se encuentra a las puertas del Foro Romano, que era el corazón  de la ciudad y la zona central en torno a la que se desarrolló la antigua  ciudad hace más de dos mil años.
La zona cuenta con importantes ruinas de edificios públicos, monumentos  sagrados, palacios señoriales, el célebre Senado y los llamados foros  imperiales.
Los urbanistas del régimen de Benito Mussolini, a inicios del siglo XX,  retiraron la mayor parte de los estratos medievales y barrocos y construyeron  una avenida entre los foros imperiales y el Foro.
Según la leyenda, Rómulo y Remo, que fueron amamantados por una loba,  fundaron la Ciudad Eterna el 21 de abril del año 753 antes de Cristo.

lunes, 24 de enero de 2011

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA: Champollion descifra los jeroglíficos

NÚMERO 86, PÁGINA 28 HNG
Champollion descifra los jeroglíficos
En 1822, el lingüista francés Jean-François Champollion logró descifrar la escritura jeroglífica egipcia. La clave fue el estudio de la piedra de Rosetta, una inscripción bilingüe hallada en Egipto en 1799.

En 1822, el erudito francés Jean-François Champollion demostró que la enigmática escritura del Antiguo Egipto podía leerse. La Piedra de Rosetta fue la clave de su sensacional descubrimiento. Jean François Champollion nació el 23 de diciembre de 1790 en Figeac, en la Francia meridional. Su padre, que era librero, y su madre, siempre enferma, casi no se ocuparon de él.
Tuvo que ser su hermano Jacques-Joseph, doce años mayor, quien tutelara la formación de un niño precoz hasta el punto de que aprendió a leer, solo, a los cinco años. Siempre fue refractario a la disciplina escolar, por lo que su hermano, residente en Grenoble, decidió que un religioso local se hiciera cargo de su educación. Así recibió Jean-François las primeras nociones de latín y griego y empezó a demostrar su capacidad para las lenguas. A los diez años marchó a Grenoble, junto a Jean-Jacques, donde prosiguió su formación y sumó el hebreo, el árabe, el siriaco y el caldeo a su prodigioso dominio del latín y el griego. Joseph Fourier, secretario del Instituto de Egipto, puso a Champollion en contacto con las investigaciones más avanzadas del momento sobre Egipto.
Fue entonces cuando se despertó la incontenible pasión del joven estudioso por el país de los faraones, y decidió resolver el mayor reto al que se enfrentaban los lingüistas del momento: el desciframiento de los jeroglíficos egipcios. A ese objetivo consagró su extraordinario conocimiento de las lenguas orientales, cuyo estudio ahondó en París entre 1807 y 1809; allí amplió sus intereses al copto, lengua que desempeñaría un papel decisivo en su triunfo final. Ni su precaria salud, ni sus siempre escasos recursos económicos, ni los sinsabores que le reportaron la envidia de ciertos sectores académicos y los vaivenes políticos en Francia lograrían apartarlo de su propósito.
Había un objeto que parecía contener la clave para acceder a los secretos de aquella enigmática escritura: la piedra de Rosetta, un fragmento de una antigua estela hallado por un soldado francés en la localidad egipcia de aquel nombre, en 1799, y que los ingleses se llevaron como botín de guerra a Londres tras derrotar, en 1801, a las tropas napoleónicas en Egipto. La estela contenía un decreto sacerdotal en honor del faraón Ptolomeo V, datado en el año 196 a.C. y grabado en jeroglíficos, en demótico (la antigua lengua egipcia) y en griego.
Los eruditos confiaban en que, a partir de la inscripción griega de la piedra de Rosetta, podrían descifrar los textos en escritura demótica y jeroglífica de la estela. Y así fue, pero no se trató de un camino fácil: desvelar el secreto de los jeroglíficos costó más de veinte años de ímprobos esfuerzos. El joven Champollion triunfaría allí donde se había encallado el científico y lingüista inglés Thomas Young. Su incansable recopilación y comparación de miles de signos procedentes de inscripciones, obeliscos y papiros de todas las épocas le demostró que había más de trescientos jeroglíficos, demasiados para tratarse de fonogramas, es decir, para que a cada uno le correspondiera un sonido.
El 23 de diciembre de 1821, fecha de su 31 aniversario, se le ocurrió contar todos los jeroglíficos de la piedra de Rosetta. Eran 1.419, y las palabras del texto griego ascendían a 486. Por tanto, los jeroglíficos tampoco eran ideogramas (signos que representan una idea). De todo ello dedujo una idea fundamental: el texto jeroglífico estaba formado por una combinación de ideogramas y fonogramas. Sin embargo, los jeroglíficos podían tener más de un significado. La fluidez de Champollion con el copto le permitiría deducir los posibles significados de palabras egipcias en el estadio final del proceso de desciframiento, porque muchos términos coptos eran similares a los que se habían empleado un millar de años atrás. Había logrado desvelar el misterio de la escritura jeroglífica: sus signos tenían a la vez un valor fonético e ideográfico.

ARTE: Egipto reclama a su 'reina'

El busto de Nefertiti.
El busto de Nefertiti.
Hace años que desde El Cairo se amenazaba con la posibilidad de reclamar el icónico busto de la esposa de Akenatón, aunque en principio parecían incluso conformarse con un préstamo.
Ahora, el todopoderoso Zahi Hawas, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, ha decidido pasar a la acción. La petición fue transmitida en una carta enviada al presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano en Berlín, Hermann Parzinger, y al Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio para que lo envíe a la embajada de Egipto en Alemania y la de Alemania en El Cairo.
El 6 de diciembre de 1912, Ludwing Borchardt, profesor del Instituto Imperial Alemán de Ciencias Egipcias de la Antigüedad, descubrió el busto de Nefertiti durante unas excavaciones en Tel el Amarna, en el sur de Egipto
En diciembre del 2009, el Museo Egipcio de Berlín rechazó tajantemente estar negociando con las autoridades egipcias el posible retorno del busto de Nefertiti al país del Nilo y aseguró que nunca se había producido una petición oficial de devolución por parte de El Cairo.
Hawas explica en el comunicado que la petición oficial de Egipto para recuperar el busto de Nefertiti se produce en el marco de los esfuerzos realizados para el regreso de las antigüedades que habían salido del país de una manera ilegal. El busto de Nefertiti es una de seis piezas únicas cuya recuperación de los museos internacionales pide Egipto, que no ha dado detalles sobre las otras cinco antigüedades.
Hawas ha expresado, asimismo, la apreciación de su país a las autoridades alemanas por sus esfuerzos en cuidar el busto y expresó su confianza en que éstas colaborarán en el regreso de la estatua a Egipto.

domingo, 23 de enero de 2011

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA: Antonio y Cleopatra de Colleen McCullough


Antonio y Cleopatra de Colleen McCullough
Antonio y Cleopatra de Colleen McCullough pone fin a la saga de novelas históricas sobre la caída del Imperio Romano, antes podremos conocer, con todo género de detalles, la última de las guerras civiles que asolaron Roma, con dos parejas disputándose el poder, Octavio y Drusila contra Marco Antonio y Cleopatra.
Desconozco si Colleen McCullough tiene la intención de continuar escribiendo sobre Roma, con esta séptima novela en teoría ha finalizado una ardua tarea, la de poner orden en formato de serie de novelas a unos hechos en muchas ocasiones confusos y en otras de difícil explicación; uno de los mayores misterios de la historia puede ser como el mujeriego (y juerguista) Marco Antonio pudo enamorarse de la reina de Egipto que, según todos los historiadores de la época, era fea y enana, algo difícil de concebir para aquellos que hayan visto alguna película en la que aparezca Cleopatra.
La línea que sigue Antonio y Cleopatra es similar a las seis anteriores novelas que ya hemos reseñado en NovelaHistorica.net, la principal diferencia...es la pésima traducción (o corrección) de esta novela, con continuos graves errores, sobre todo en la primera mitad de la misma, fundamentalmente de traducción que incluso llevan al lector a confundirse, culminados con un gazapo de órdago en la pagina 574 donde puede leerse "Antonio sabía cuando estaba derrotado" en plena discusión entre Octavio y Drusila, cuando lógicamente el que cedía en la disputa era Octavio y no Antonio que estaba a varios miles de kilometros; esperemos que la editorial Booket tome nota de los continuos errores y los rectifique en futuras ediciones, para ser justos quiero apuntar que en las otras seis novelas de la serie, cinco de ellas editadas por Booket, no aprecié ningún error destacable.
En Antonio y Cleopatra gran parte de la trama se desarrolla en Oriente, los dos protagonistas viven en Alejandría y solo la abandonarán para guerrear bien contra los partos o contra los propios romanos en la segunda parte de la novela. Colleen McCullough desarrolla la trama con su innata maestría explicando con todo lujo de detalles como Marco Antonio va perdiendo apoyos en Roma que van pasando lentamente al bando de Octavio, gracias a la desidia del propio Marco Antonio, a la habilidad de Octavio y sin duda también la mano izquierda de Livia Drusila, la mujer de Octavio, quien mas tarde sera conocido como Augusto.
Si tras siete novelas y cinco o seis mil páginas de lectura sobre este periodo tan interesante de la historia del Imperio Romano tenemos ganas de continuar leyendo, sin lugar a dudas la lectura natural seria el Yo, Claudio de Robert Graves, para muchos la mejor novela histórica que ha sido escrita, absolutamente recomendable. Yo, Claudio continúa la historia donde la deja la novela de Collen McCullough Antonio y Cleopatra.
Evidentemente Antonio y Cleopatra es una buena novela, pero al menos en la edición de bolsillo he echado en falta, además de una mejor traducción, algunas notas de la autora para poner fin a esta serie de novelas y para guiar al lector sobre que partes se ciñen a la historia y cuales son ficción, o simplemente para conocer de primera manos que huecos de la historia ha rellenado la escritora con su imaginación.