miércoles, 13 de julio de 2011

La tragedia de Pompeya y Herculano

 NHG. NÚMERO 91, PÁGINA 60


El 24 de agosto de 79 d.C., el Vesubio entró en erupción. Primero, una lluvia de cenizas fue cubriendo las casas y las calles de Pompeya y Herculano. Gran parte de los habitantes huyeron, pero los rezagados se vieron sorprendidos por varias oleadas de materiales volcánicos que dejaron cientos de víctimas y enterraron totalmente ambas ciudades.

El 24 de agosto del año 79 d.C., hacia el mediodía, el Vesubio entró en erupción. Los habitantes de los pueblos del contorno emprendieron la huida, pero muchos cayeron bajo terribles corrientes de gases y cenizas que causaron miles de víctimas. El 5 de febrero del año 62 d.C., Pompeya ya había resultado casi totalmente destruida por un terrible terremoto y por los incendios que siguieron al temblor. La reconstrucción fue lenta, y diecisiete años después todavía proseguían las labores de reparación y embellecimiento. Por eso, es posible que los temblores de tierra que sacudieron la ciudad durante la segunda mitad del mes de agosto del año 79 d.C. incitaran a muchos pompeyanos a huir hacia Nápoles e, incluso, a marchar a Roma.
En todo caso, nada anunció lo que iba a ocurrir el 24 de agosto de ese mismo año. Poco después del mediodía, una tremenda explosión lanzó al aire el tapón rocoso que cerraba el cráter del Vesubio. Una enorme columna de gas, humo y ceniza se elevó hasta una altura de varios kilómetros. Mientras ascendía, el material iba perdiendo su forma gaseosa y se iba convirtiendo en cenizas y piedra pómez, que en las horas siguientes empezaron a caer anegando casi toda la parte oriental y meridional de las faldas del Vesubio. Pompeya acabó ahogada por una capa de más de dos metros de ceniza y piedra pómez. Muchos murieron por el desprendimiento de los techos de las casas, incapaces de soportar el peso de las cenizas.
Otros, la mayoría, lograron huir. Pero los rezagados sufrieron un destino terrible, cuando, en la madrugada y la mañana del día siguiente, sucesivas oleadas de gases y material incandescente se abatieron desde el Vesubio hacia Pompeya, Herculano y las demás poblaciones en torno al volcán, matando en el acto a cientos de personas y dejándolo todo cubierto por espesas capas de residuos. Los restos de las víctimas de la gran erupción del año 79 empezaron a salir a la luz en los siglos XVIII y XIX. Fueron primero esqueletos cubiertos por piedra pómez; luego, moldes humanos, elaborados por los arqueólogos según un ingenioso procedimiento que consistía en rellenar con escayola los huecos que los cuerpos, al descomponerse, habían dejado entre las capas de cenizas.
Gracias al trabajo de generaciones de arqueólogos, historiadores, excavadores y aficionados conocemos el nombre de más de dos mil personas que vivieron en Pompeya en los dos últimos siglos de su existencia. No es mucho si lo comparamos con los entre doce mil y veinte mil habitantes de la ciudad en el momento de la erupción. Pero bastante para evocar la vida de algunos de ellos, sobre todo de los que murieron aquella mañana veraniega.
De éstos se han encontrado unos cuatrocientos cadáveres y otros setecientos huecos dejados por los materiales piroclásticos. Naturalmente, no podemos saber a quién pertenecía cada cadáver, pero sí se han podido estudiar algunas de sus características fisiológicas e, incluso, su ADN. Plinio el Viejo fue la víctima más ilustre de la erupción del Vesubio, pero hay dudas sobre las verdaderas causas de su muerte.
Al llegar a Estabia el día de la erupción, por la tarde, se alojó en la villa de un amigo. La acumulación de ceniza y piedra pómez aconsejó, a la mañana siguiente, huir del lugar. Todos se dirigieron a la playa, pero el viento impidió que zarparan en botes. Plinio se tendió sobre una sábana, bebió agua fría y entonces falleció. Según el testimonio de su sobrino, murió asfixiado, lo que sugiere que fue víctima de la última onda piroclástica que se abatió sobre la zona. Sin embargo, el que sus acompañantes sobrevivieran ha hecho pensar que pereció de un ataque al corazón.

El santuario de Olimpia fue destruido por un tsunami, según hipótesis de expertos alemanes.

Maqueta arquitectónica del recinto del santuario de Olimpia, en Grecia.  Forma parte de la exposición permanente del Museo Británico. Foto: Doreio / Wikipedia




Olimpia, el lugar del famoso Templo de Zeus y el lugar original de los Juegos Olímpicos en la antigua Grecia, fue probablemente destruida por varios tsunamis, los cuales alcanzaron considerables distancias tierra adentro, y no por terremotos e inundaciones fluviales, tal como se ha supuesto hasta la fecha.

Las pruebas en apoyo de esta nueva teoría sobre la virtual desaparición de este antiguo lugar de culto en la península del Peloponeso proviene del profesor Dr. Andreas Vött (foto a la izquierda), del Instituto de Geografía de la Universidad Johannes Gutenberg, en Mainz, Alemania. Vött investigó el lugar como parte de un proyecto en el cual él y su equipo están estudiando los paleotsunamis que se produjeron a lo largo de las costas del Mediterráneo oriental durante los últimos 11.000 años. Según su relato, los resultados geomorfológicos y sedimentológicos hallados en la zona documentan que Olimpia y sus alrededores fueron destruidos por el impacto de tsunamis. El enclave de Olimpia, redescubierto hace unos 250 años, fue enterrado bajo una capa masiva de arena y otros depósitos que alcanzaron hasta 8 metros de profundidad.

"Tanto la composición como el espesor de los sedimentos que hallamos en Olimpia no se corresponden con el potencial hidráulico del río Cladeos y el inventario geomorfológico del valle. Es muy poco probable que ello pudiera haber sido la obra de este riachuelo", afirma Vött. Hasta la fecha, se ha supuesto que el lugar de culto fue finalmente destruido por un terremoto en el año 551 d. C., y posteriormente cubierto por depósitos de inundaciones del río Cladeos. Sin embargo, con este escenario sigue siendo un misterio cómo el pequeño Cladeos pudo primero haber enterrado Olimpia bajo varios metros de sedimentos, para posteriormente realizar una incisión de 10 a 12 metros hasta el nivel de flujo utilizado en la antigüedad. Trabajando en colaboración con el Eforato local para las Antigüedades Clásicas, el Instituto Arqueológico Alemán, y sus colegas de las universidades de Aquisgrán, Darmstadt, Friburgo, Hamburgo y Colonia, Vött y su equipo examinaron el emplazamiento mediante métodos y técnicas geomorfológicas y geoarquelógicas.

Los resultados indican que Olimpia fue repetidamente golpeada por inundaciones catastróficas durante su historia, quedando el lugar sepultado bajo enormes masas de sedimentos. La presencia de conchas de moluscos y gasterópodos, y los restos de abundantes micro-organismos, tales como los foraminíferos, son una clara evidencia del origen marino de los sedimentos. Dichos sedimentos fueron obviamente transportados hacia el interior a gran velocidad y de modo enérgico, llegando hasta Olimpia, a pesar de que se encuentra a unos 33 metros sobre el nivel del mar. La explicación más probable es que las aguas de los tsunamis desbordaron la estrecha línea de colinas entre Olimpia y el mar a través de los bajos valles de éstas.

 
Vista oeste del valle del río Cladeos y la cadena de colinas que separan Olimpia de la amplia zona costera. Al fondo (y a la izquierda) el estrecho valle del río Alfeo y la costa del Golfo de Kyparissia.

"En épocas anteriores, Olimpia no estaba a 22 kilómetros del mar como lo está hoy en día. En aquel entonces, la línea de costa se encontraba a 8 kilómetros, o tal vez más,  hacia el interior", explica Vött. En su caso, los tsunamis llegaron desde el mar y se precipitaron dentro del estrecho valle del río Alfeo y hasta el flujo del río Cladeos, abriéndose paso a través de los valles de las colinas detrás de las cuales se encuentra Olimpia. El lugar de culto, por lo tanto, se inundó. Vött supone que la inundación disminuyó muy lentamente debido a que la salida del Cladeos por el valle del Alfeo fue bloqueado por las aguas entrantes de los tsunamis y sus depósitos correspondientes. El análisis de las distintas capas de sedimentos en el área de Olimpia sugiere que este escenario se hizo realidad en varias ocasiones durante los últimos 7.000 años. Fue durante uno de los más recientes de estos acontecimientos, en el siglo VI d. C., cuando Olimpia fue finalmente destruida y enterrada.

La hipótesis de tsunamis en Olimpia está respaldada por el hecho de que los sedimentos fuertemente enérgicos, de origen, sin duda, tsunamigénico, fueron encontrados en el lado marítimo de la cadena de colinas, y estos depósitos son idénticos a aquellos mismos encontrados en Olimpia. Vött señala que "los sedimentos alrededor de Olimpia tienen la misma firma del tsunami en el valle inferior del Alfeo". Vött dice que la causa de la destrucción de Olimpia no pudo haber sido un terremoto, ya que, en este caso, los fragmentos caídos de las columnas del Templo de Zeus habrían  quedado directamente unos encima de otros, pero en realidad ellos fueron encontrados "flotando" entre los sedimentos.

Todos los resultados sedimentológicos, geoquímicos, geomorfológicos y geoarqueológicos, obtenidos por el estudio apoyan la nueva y sensacional hipótesis de que Olimpia fue destruida por los tsunamis. El análisis detallado de las asociaciones, el origen y la edad de la microfauna, así como estudios geocronológicos, están actualmente en curso. Los resultados se esperan pronto.
La foto muestra la extracción de sedimentos en la terraza occidental del río Cladeos, a unos pocos cientos de metros al oeste del Templo de Zeus.

Los tsunamis son bien conocidos en el Mediterráneo oriental y son principalmente el resultado de intensas actividades sísmicas a lo largo del arco helénico. Aquí la placa africana está siendo subducida por la placa de euroasiática, provocando en repetidas ocasiones terremotos muy importantes que son seguidos por tsunamis. El más reciente mega-tsunami en el Mediterráneo ocurrió en 1908, en relación con un terremoto sucedido en el Estrecho de Messina, en el sur de Italia, el cual devastó la vecina región costera y más de 100.000 personas murieron. Una ola tsunami de 30 metros de altura se registró en el sur del mar Egeo en 1956. "La evaluación de los relatos históricos ha demostrado que en el oeste de Grecia hay un tsunami cada ocho u once años de promedio", especifica Vött.

El profesor, Dr. Andreas Vött, está especializado en paleotsunamis y en investigaciones geoarqueológicas en el Mediterráneo. En septiembre de 2011 presentará en una conferencia académica internacional en Corinto, Grecia, la hipótesis del tsunami en Olimpia. Antes de venir a la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, en octubre de 2010, Vött fue profesor de Geografía Física con un enfoque hacia la investigación del Cuaternario y la Geoarqueología en el Instituto de Geografía de la Universidad de Colonia. Como profesor de Geografía Física y Geomorfología en la Universidad de Mainz, Vött también dirige la investigación de peligros naturales y la enseñanza de Geoarqueología. Su
investigación también comprende los aspectos de la geomorfología costera, tales como las fluctuaciones del nivel del mar durante el Holoceno, así como los efectos espaciales de las interacciones humano-ambientales en los últimos milenios. Vött trabaja en coordinación con la JGU, el centro de investigación "Geocycles" y el grupo de excelencia "La Tierra y el Antropoceno" (ERA), el cual ha sido invitado a presentar una propuesta completa para la financiación de la segunda fase de la "Iniciativa de Excelencia Alemana".