jueves, 8 de agosto de 2013
jueves, 1 de agosto de 2013
Un estudio descarta la desaparición de Tartessos por un tsunami

Foto: Recreación de la mítica Atlántida mostrada en el documental 'Finding Atlantis' / National Geographic Channel
Investigadores españoles descartan que el enigmático pueblo de
Tartessos, desaparecido de manera abrupta hace 2.500 años, fuera barrido
por una ola gigante.
Fuente: Manuel Ansede | Materia.com, 13 de julio de 2013
Artículo de referencia: "Modeling tides and tsunami propagation in the former Gulf of Tartessos, as a tool for Archaeological Science". Por José-María Abrila, Raúl Periáñeza (Departamento de Física Aplicada I, ETSIA, Universidad de Sevilla) y José-Luis Escacena (Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Sevilla) Aquí.
Foto: Escultura de hace 2.600 años representando posiblemente a un rey tartesio / Manuel Camacho
Si hay que tomarse la Biblia como un libro de historia creíble en
algunos pasajes, hace unos tres milenios la flota del rey Salomón
llegaba cada tres años a Israel cargada de oro procedente de la
recóndita Tarsis. “Porque el rey tenía en el mar las naves
de Tarsis junto con las naves de Hiram [rey de la ciudad fenicia de
Tiro], y cada tres años las naves de Tarsis le traían oro, plata,
marfil, monos y pavos reales”, asegura el Antiguo Testamento.
Durante siglos, aquella Tarsis preñada de oro, identificada con la
Tartessos mencionada en los textos clásicos griegos, parecía una
leyenda. Algunos incluso han visto en ella la mítica Atlántida, una rica
civilización que aparentemente sólo existió en la cabeza del filósofo
griego Platón. “Había una isla delante de la desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles”, dejó escrito el maestro de Aristóteles.
A partir de las indicaciones geográficas de Platón, en el último siglo muchos investigadores han
buscado la supuesta Atlántida en el suroeste de España, más allá de las
columnas de Heracles, como se llamaba al estrecho de Gibraltar. Pero
ninguno la ha encontrado.
Sin embargo, en 2009, una polémica expedición dirigida por el arqueólogo estadounidense Richard Freund,
apadrinado por la National Geographic Society, peinó las marismas del
río Guadalquivir en busca de la supuesta Atlántida-Tartessos. El
documental resultante, Finding Atlantis (Encontrando la Atlántida,
2011), acabó de fijar en la cultura popular que la Atlántida y
Tartessos fueron la misma civilización, que habría acabado sus días
barrida por un tsunami hace unos 2.500 años.
Tiro al pichón
Pero “esa hipótesis no es realista”, según advierte el físico José María Abril.
Este catedrático de la Universidad de Sevilla acaba de reproducir con
un programa informático cómo eran las marismas del Guadalquivir hace
2.500 años y cuáles habrían sido los efectos sobre la costa de un
tsunami tan catastrófico como el que arrasó Lisboa en 1755. Aquel seísmo
liberó una energía de 835 kilotones, unas 50 veces superior a la
energía liberada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.
“El golfo de Tartessos, hoy las marismas del
Guadalquivir, tenía aguas poco profundas y su entrada estaba
parcialmente cerrada por una barrera litoral. Nuestra simulación muestra
que el tsunami rompería en la entrada del golfo, no llegaría a penetrar
en la costa”, explica Abril.
Foto: El 'Bronce Carriazo', una de las piezas tartesias más conocidas / José Luiz Bernardes Ribeiro
Tartessos fue un pueblo que supuestamente dominó, hace entre 3.000 y
2.500 años, el suroeste de la península Ibérica, hoy ocupado por las
provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Su mayor fuente de riqueza habría
sido el comercio del oro y la plata de sus minas. Durante siglos, fue
una civilización de la que sólo existían referencias literarias. Hasta
1958, cuando unos obreros que estaban ampliando las instalaciones de la
Real Sociedad de Tiro al Pichón de Sevilla se toparon bajo la tierra con
brazaletes, un collar y otras piezas de oro macizo.
En busca de la capital
Aquellas joyas, conocidas como el Tesoro del Carambolo,
hoy son atribuidas a los fenicios, pero en su momento resucitaron la
búsqueda de la desaparecida capital de Tartessos, una civilización que
se esfumó hace unos 2.500 años, coincidiendo con el comienzo de la
supremacía de Cartago en el Mediterráneo occidental y con la pérdida de
uno de sus principales mercados, la metrópoli fenicia de Tiro, sometida
por los babilonios.
El estudio de Abril ha revisado los efectos de un hipotético tsunami
en ocho de las localizaciones propuestas por los historiadores como
posible sede de la capital perdida de Tartessos. Sólo dos de ellas, el
Cerro del Trigo, un lugar propuesto en 1924 dentro del Parque Nacional
de Doñana, y La Algaida, cerca de San Lúcar de Barrameda (Cádiz), “podrían
haber sufrido un daño entre moderado y grave, pero difícilmente habría
sido suficiente como para justificar el colapso de los Tartessos”, afirma el estudio.
El modelo informático, validado con otros tsunamis históricos y bien
documentados, sí que dibuja daños potencialmente catastróficos en otras
costas alejadas del golfo de Tartessos. “Una ola de 9,3 metros alcanzaría Cádiz 70 minutos después del terremoto que originaría el tsunami”, advierte el estudio. “En
Huelva, una primera ola de cuatro metros llegaría dos minutos después
que en Cádiz, pero sus réplicas serían más potentes, con una tercera ola
de unos tres metros llegando 80 minutos después”, alertan los autores.
Mentiras
El trabajo, publicado en el Journal of Archaeological Science, cuenta también con la firma del prehistoriador José Luis Escacena, experto en el mundo de los tartesios.
En cuanto a la Atlántida que el documental de National Geographic
sugería haber encontrado bajo las marismas del Guadalquivir, era todo
mentira, según explicó en su momento el investigadorSebastián Celestino, del Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC). Celestino buscó en 2009 restos arqueológicos en el subsuelo de la marisma de Hinojos,
el punto del Parque Nacional de Doñana en el que el arqueólogo
estadounidense Richard Freund rastreó la Atlántida tras detectar
supuestos restos de templos mediante fotos de satélite.
A juicio de Celestino, según denunció en una entrevista en Esradio, los autores del documental de National Geographic tenían “una intención fundamentalmente económica”, porque “debajo de las marismas, a 12 metros de profundidad, no hay absolutamente nada”.
martes, 30 de julio de 2013
La curiosa historia del misterioso ‘kykeón’ en Eleúsis
Durante casi dos mil años (1500 a.C. a 492 d.C.), un pequeño templo junto al mar, en la ciudad griega de Eleúsis (hoy,
Eléfsina) fue el centro espiritual más importante de la civilización
occidental. Por él pasaron, al menos una vez en su vida, miles de
ciudadanos de toda condición y procedencia decididos a expandir su
conciencia por medio de un ritual iniciático conocido como los Misterios de Eleúsis.
La naturaleza de estos ritos permaneció oculta para los no iniciados,
bajo pena de muerte, durante miles de años, hasta prácticamente finales
del siglo XX. Gracias, sobre todo, a la investigación de un científico
excepcional, el doctor Albert Hoffman, hoy tenemos una idea muy verosímil de cuál fue la naturaleza de esas prácticas.
Fuente: A.P. Schroedel | 20minutos.es, 28 de junio de 2013
El templo estaba dedicado a las diosas Démeter y Perséfone (madre
e hija). Celebraba la vuelta de la segunda a la Tierra tras pasar parte
del año en el Hades (el inframundo) y el reencuentro con su madre,
diosa del grano. Sus dos máximos sacerdotes (los hierofantes)
pertenecieron durante toda su historia a las mismas dos familias, que
pasaban de padre a hijo su autoridad.
El acceso a los misterios era bastante democrático. Costaba el
equivalente a un mes de trabajo de un artesano medio y cualquier hombre o
mujer que no tuviera delitos de sangre y hablara griego podía asistir.
El número de aspirantes aumentó con el tiempo, hasta llegar a millares
cada año.
Los peregrinos pasaban entre uno y tres días en las afueras del
templo, ayunando y 'limpiándose' física y espiritualmente, antes de que
se abrieran las puertas. Entraban luego, en grupos de alrededor de 300,
en una gran sala y, a partir de ahí, comenzaban diez días de ceremonias y
revelación de misterios sobre los que los ya iniciados tenían prohibido
hablar jamás bajo pena de muerte.
El momento decisivo de todo el ritual era la toma del kykeón,
un bebedizo elaborado con menta y harina de centeno, un centeno que se
cultivaba en campos propios, cercanos al templo, de los que se han
hallado restos arqueológicos.
El cornezuelo del centeno es un hongo rojizo que parasita esta y
muchas otras gramíneas. Todo lo relacionado con él era misterioso hasta
que el doctor Albert Hofmann descubrió su estructura química, que desembocó, casualmente, en el descubrimiento del LSD.
Desde entonces se sabe que el cornezuelo contiene una importante mezcla
de alcaloides: la ergonovina y la diamida del ácido lisérgico son muy
visionarios y de escasa toxicidad; la ergotamina y la ergotoxina son más
peligrosos.
En 1993, tras cincuenta años estudiando las
características y los efectos del LSD, Hoffman, junto a Robert Wasson y
Carl Ruck, desarrolló la hipótesis de que el brebaje que durante veinte
siglos habían ingerido los iniciados eleusinos, el kykeón, no era otra
cosa que un preparado con las propiedades psicodélicas de los
alcaloides del cornezuelo del centeno, similar al LSD. Dichas
propiedades son consideradas, desde entonces, enteogénicas, o sea, que
provocan estados alterados de conciencia y ponen al consumidor en
contacto con 'el dios interior'.
La
tesis de estos tres importantes especialistas (un químico, un helenista
y un etnobotánico) es que el centeno con el que se preparaba la harina
que formaba la base del kykeón estaba, con casi total seguridad,
parasitado por el hongo, que, como se ha visto, contiene varios
alcaloides psicotrópicos, como el LSA (amida del ácido lisérgico), un
precursor del LSD (dietilamida del ácido lisérgico). No
es una hipótesis descabellada ni extraña. La Historia recoge bastantes
casos de poblaciones que 'enfermaron' por el consumo de esta harina (de
color tostado) en épocas en las que, debido a la hambruna, no era
posible desecharla por ser de 'peor' calidad. Es muy posible que los
peregrinos-iniciantes, fueran 'elevados' por este bebedizo a estados
mentales revelatorios con ramificaciones espirituales e intelectuales.
Grandes pensadores, filósofos, escritores, científicos o políticos de
la antigüedad pagana griega o romana pasaron por Eléusis: Platón,
Aristóteles, Pausanias, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Plotino, Cicerón,
Adriano o Marco Aurelio son algunos de ellos, y seguramente hubo muchos
más. Todo acabó en 492, cuando el emperador Teodosio prohibió la celebración de los Misterios para consolidar el cristianismo en Occidente.
A. Hoffman (1906-2008), el sintetizador
Nació en Baden (Suiza) y estudió Química "para
llegar a conocer la esencia de la realidad". En los laboratorios Sandoz,
investigando los alcaloides del cornezuelo del centeno, descubrió el
LSD (1943), lo que lo haría mundialmente famoso. Escribió, con Wasson y
Ruck, El camino a Eleusis: Una solución al enigma de los Misterios
(1993).
martes, 11 de junio de 2013
Hallan el jardín secreto de Adriano y cinco edificios en su villa de Tívoli
Fuente: Il Messaggero.it | Laura Larcan | 5 de junio de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
La "gran belleza" de Adriano estaba escondida en un jardín secreto. El área más escénica y desconocida de su villa en Tívoli, que se yergue sobre una cresta de toba, está detrás de la famosa Piazza d'Oro.
Es aquí donde han surgido, en una secuencia estratégica, cinco
edificios monumentales de una rara elegancia arquitectónica, decorados
con estatuas colosales, y proyectados por Adriano para ofrecer
recorridos privilegiados y crear fondos paisajísticos de carácter
idílico.
Son la memoria 'inédita' de Adriano, la cual emerge ahora en una
parte de su villa completamente olvidada y considerada durante siglos de
poco interés, hasta el punto de ser excluida de los recorridos de
visita en los años 60 del pasado siglo para acoger un camping.


El único monumento visible era el llamado mausoleo de época
republicana, un edificio circular que ha sido completamente
reinterpretado, datándose, como los otros, en la época de Adriano (en el
123 d.C. por las marcas de los ladrillos). "Es un lugar
único, sin comparación con las estructuras conservadas. Seguramente era
un pabellón-museo que lucía todo su esplendor en el interior y no en el
exterior. En la rica decoración arquitectónica, de la cual hemos
encontrado fragmentos de monumentales, destaca una columnata dórica, una
elección estilística no casual, sino significativa en su referencia a
la Grecia de los orígenes. Además debía contener también estatuas y
obras de arte, como una especie de lugar de contemplación de lo bello", dijo Ottati.
TEMPLOS Y COLOSOS
Las investigaciones del pabellón de Adriano (dirigidas por Patrizio Fileri, Francesca Stazzi, Luigi Tortella, Elisa Iori, Elisa Mancini y Vito Mazzurca)
revelaron una inusual secuencia de edificios: un templete rectangular,
seguido de un segundo pabellón circular combinado con otro templete
rectangular. Este último, coronado por un gran edificio porticado. Un
complejo escenográfico de remarcada sugestión: "La
disposición de los edificios crea un juego de fondos y puntos de vista
entre la naturaleza y la arquitectura que dan testimonio de querer
recrear los paisajes que se encuentran en las pinturas de Pompeya", subraya Ottati. "Una
comparación interesante está propiamente entre las pinturas del segundo
y tercer estilo, y, en especial, en las vistas de paisajes
idílicos-sagrados de la tradición tardo-helenística".
Pero
eso no es todo. Cerca del segundo pabellón se encontraron cientos de
fragmentos de mármol de una estatua colosal que hoy, después de un
trabajo de restauración cuidadoso y minucioso, ha recuperado su
identidad.
"Se parece a una Nemesis, y por su carácter colosal puede ser también una estatua-retrato de una emperatriz",
dice Ottati. Tal vez la misma Vibia Sabina, esposa de Adriano. Pero las
hipótesis siguen abiertas. Las excavaciones se reanudarán en
septiembre.
La química del fuego griego, el secreto militar mejor guardado de la historia
El mortífero fuego valyrio de la serie Juego de Tronos está
inspirado en un arma incendiaria real que salvó Constantinopla de la
expansión islámica. La lista de ingredientes de este invento bizantino,
cuyas llamas devoraban las flotas enemigas con rapidez, no ha llegado
hasta nuestros días, pero se sabe que apagarlo era toda una hazaña
porque ardía en contacto con el agua. Químicos e historiadores tratan de
reescribir su fórmula perdida.
Fuente: Sergio Ferrer | SINC, 7 de junio de 2013
Imagine que es usted un invasor árabe que se dirige a conquistar
Constantinopla con nada menos que 1.200 barcos. La victoria es segura
pero, de repente, la flota empieza a arder, y los intentos de apagar los
barcos con agua no solo no sirven de nada, sino que avivan el fuego.
Imagine la cara que pondría. Es la misma que debieron poner los árabes
al enfrentarse al fuego griego por primera vez.

“El fuego griego fue una sorpresa táctica decisiva en los dos grandes
asedios árabes de Constantinopla de 674-678 y 717-718”, explica a SINC
José Soto, experto en historia medieval e investigador del Centro de
Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada.
“Estos dos asedios, donde el fuego griego fue esencial, determinaron
la historia universal. De haber triunfado los árabes, la Europa tribal
del siglo VII no habría podido resistir y sería el Islam la civilización
hegemónica en nuestros días”, añade Soto.
Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición, de
la que solo quedan suposiciones. “No se puede poner en duda la
existencia del fuego griego, pero hay que tener en cuenta que fue el
secreto militar mejor guardado de la historia”, asegura Soto. “Los
técnicos que lo fabricaban no tenían contacto alguno con el mundo
exterior”.
Aun así se sabe que la mezcla, que era líquida, incluía nafta –una
fracción del petróleo también conocida como bencina–, azufre y
probablemente amoníaco. Sin embargo, también se han propuesto otras
sustancias como la cal viva o el nitrato.
“La nafta, muy inflamable y que no se mezcla con el agua, y el azufre
actuarían como combustible”, explica Justo Giner, doctor en Química de
la Universidad de Oviedo.
“El nitrato aportaría el oxígeno necesario para que arda el
combustible, como ocurre en los fuegos artificiales y la pólvora, que
contiene un 75% de nitrato de potasio y un 15% de azufre”, añade Giner.
Con un combustible que arde –nafta y azufre– y una sustancia que
aporte oxígeno –nitrato–, solo faltaría una chispa que encienda el
fuego. “Al entrar en contacto con el agua, la cal viva eleva su
temperatura por encima de 150 ºC, por lo que actuaría como mecha
encendiendo el combustible”, explica Giner.
Algunos documentos hablan de “truenos” y “mucho humo” durante los
ataques con fuego griego. Según Giner, “cuando una reacción forma una
gran cantidad de gases, estos se expanden generando altas presiones, por
lo que se producen explosiones”.
Giner también señala que el humo que produciría un fuego como este
sería tóxico. “En general los gases derivados del uso del arma
–especialmente debidos al azufre y al amoníaco– formarían un cóctel muy
venenoso”.
Denominación de origen siria
La invención de esta arma se atribuye a un ingeniero militar llamado
Callínico, procedente de la actual Siria, que llegó a Constantinopla en
los días previos al primer gran asedio árabe.
“En la antigüedad, griegos y romanos usaron líquidos inflamables
parecidos, pero sin el poder del arma de Callínico”, comenta Soto. “Más
tarde árabes y cruzados intentaron copiarlo y solo consiguieron
compuestos de peor calidad, y sin los devastadores efectos del fuego
griego”.
Según algunos investigadores, entre los que se incluye Soto, puede
que Callínico utilizara los estudios –hoy perdidos– de Esteban de
Alejandría, uno de los mayores alquimistas, ópticos y astrónomos de la
antigüedad, que se trasladó en 616 a Constantinopla.
Los ingenieros navales bizantinos emplearon todo su ingenio a la hora
de utilizar el arma, y dotaron a los barcos de dispositivos hidráulicos
que, accionados por una bomba de mano, regaban con fuego la cubierta y
las velas de los barcos enemigos.
Por otra parte, los marineros disponían de recipientes de cerámica
relleno de fuego griego que, a modo de granadas de mano, lanzaban sobre
las naves enemigas. “Con semejantes armas no es de extrañar que los
árabes, pese a reunir grandes flotas, fueran derrotados”, comenta Soto.
Guía para apagar un fuego griego
Hoy en día, para apagar un incendio provocado por líquidos
inflamables como la nafta, se utilizarían espumas y polvo químico pero,
si usted fuera un árabe que quiere intentar la conquista de
Constantinopla por segunda vez ¿Qué precauciones debería tomar?
“El fuego ardía con más fuerza al intentar apagarlo con agua”,
explica Soto. “Solo podía ser apagado con orina, esteras de esparto y,
esto no es seguro, con vinagre”.
“Apagarlo con agua no sería una buena idea”, aclara Giner. “Ese es el
origen de muchos incendios y quemaduras, al intentar sofocar las llamas
producidas por aceite con agua”, añade.
Foto: Un barco enemigo es devorado por las llamas del fuego griego. / J. A. Peñas
Para Giner, la forma más eficaz de sofocarlo sería por asfixia. “La
combustión consume mucho oxígeno. Con una concentración inferior al 14%
no es posible la combustión”. Este sería el papel de las esteras de
esparto o de la arena, otro sistema sobre el que también se ha
especulado.
En cuanto a la orina, “al contener gran cantidad de sales inorgánicas
y urea, podría actuar como inhibidor de algún componente necesario para
la combustión”, explica Giner. “Por otro lado el vinagre podría
‘desactivar’ la cal viva, que no alcanzaría los 150 ºC en contacto con
el agua y por lo tanto no encendería el combustible”.
A pesar de ser concluyente en varias batallas navales, la cultura
popular ha mitificado esta arma. “Fuera de la guerra marítima su
importancia y efecto fue escaso”, asegura Soto. “Además, pasada la
sorpresa inicial, los árabes –y en menor medida venecianos, písanos,
normandos y demás rivales– aprendieron a contrarrestar los efectos del
fuego griego”, concluye.
El arma se continuó utilizando hasta 1204, cuando probablemente se
perdió para siempre durante los saqueos y destrucción que sufrió
Constantinopla en la cuarta cruzada. El Imperio bizantino siguió usando
un arma menos poderosa, posiblemente la imitación árabe de peor calidad.
Ocho siglos después, según asegura Soto, su fórmula podría
conservarse en el interior de varios recipientes de cerámica con fuego
griego, que se encontraron en un barco hundido frente a las costas de la
Provenza francesa, aunque los resultados de este estudio todavía no han
sido publicados. Hasta entonces, el misterio continuará.
Canción de hielo y fuego griego
La visión del fuego griego como un arma destructiva y a la vez casi
mágica ha provocado que aparezca en libros, películas e incluso
videojuegos. Su versión más popular quizá sea el fuego valyrio, que
juega un papel importante en la serie de novelas Canción de hielo y
fuego, así como en su adaptación televisiva Juego de Tronos.
En este mundo fantástico de inspiración medieval, el fuego –además de
ser verde– es mucho más destructivo e inestable, casi imposible de
apagar. Incluso hay un personaje famoso por bañar su espada en fuego
valyrio antes de la batalla.
En El Último Catón, el bestseller de la alicantina Matilde Asensi,
los protagonistas utilizan fuego griego, al igual que los personajes de
Rescate en el tiempo –escrita por Michael Crichton– y su versión
cinematográfica Timeline.
El fuego griego también ha hecho aparición en varios videojuegos. En
Assassin’s Creed: Revelations el protagonista Ezio Auditore utiliza un
cañón similar a los que utilizaron los bizantinos para incendiar un
puerto de Constantinopla. Y en Age of Empires II existen unos barcos
bizantinos que escupen fuego a las naves enemigas.
viernes, 7 de junio de 2013
Inauguran en los Museos Capitolinos de Roma la exposición "Arquímedes: el arte y la ciencia del inventor"
Una espectadora observa la reproducción del "Planetario" del
científico griego Arquímedes en la exposición "Arquímedes: el arte y la
ciencia del inventor" en los Museos Capitolinos, Roma. AFP PHOTO /
ANDREAS SOLARO. By: Françoise Kadri. Art Daily.
Fuente: PHYSORG | Françoise Kadri| 31 de mayo de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
El gran inventor de la antigüedad, Arquímedes,
es la estrella de una exposición sin precedentes inaugurada en Roma, la
cual incluye aplicaciones modernas de algunos de sus descubrimientos
más conocidos.

"Él fue un precursor de Isaac Newton y Albert Einstein, un genio inventivo por excelencia".
"Arquímedes: Arte y Ciencia de la invención" se estrenó en los Museos Capitolinos el pasado viernes y se prolongará hasta el 12 de Enero.
"Nunca ha habido una exposición sobre Arquímedes", dijo Paolo Galluzzi (derecha),
director del Museo Galileo de Florencia, uno de los organizadores,
junto con el Museo de Historia de la Ciencia de Florencia y del
Instituto Max-Planck de Berlín.
"Él se las arregló para combinar el razonamiento
matemático y la formulación de teorías que todavía hoy, 2.300 años más
tarde, se enseñan en nuestras escuelas, con soluciones concretas tal
como la defensa de su ciudad natal, Siracusa, contra el asedio de los
romanos", dijo.
La exposición se divide en ocho secciones acompañadas con vídeos de algunos de sus experimentos.

"Él es el ejemplo de la síntesis entre la aparente
complejidad de las necesidades iniciales y la asombrosa simplicidad de
las soluciones", dijo.
Gracias a las colecciones arqueológicas del Museo Paolo Orsi de
Siracusa, en Sicilia, la muestra ilustra el esplendor de la ciudad en el
siglo III a.C., cuando era parte de la antigua Grecia.
La exposición ubica a Arquímedes en el rico contexto de la cultura
mediterránea, explorando sus contactos con Alejandría, donde estudió
ciencias y conoció al geógrafo y astrónomo Eratóstenes.
Durante un período de paz, que duró medio siglo, Arquímedes se
convirtió en uno de los colaboradores más cercanos del rey de Siracusa, Hieron II.


También fue el inventor del reloj de agua y de la teoría de palancas que se utiliza para levantar grandes pesos.
Pero su descubrimiento más famoso, que también se muestra en la
exposición, fue el método para calcular la masa que desplaza un cuerpo
sumergido en el agua.

"¡Eureka!" ("¡Lo encontré!"), se dice que exclamó, antes de correr desnudo por las calles para anunciar su famoso descubrimiento (izquierda).

La exposición también muestra que el "mito de Arquímedes" echó raíces
poco después de que fuera asesinado por un soldado romano, gracias a
los escritos del arquitecto Vitruvio y el historiador Plutarco.
Foto:
Un visitante mira un retrato del griego científico Arquímedes en la
exposición de los Museos Capitolinos, Roma. AFP PHOTO / ANDREAS SOLARO.
By: Françoise Kadri © artdaily.org
Olvidado durante siglos, el inventor fue re-descubierto en la Edad
Media por la civilización islámica y luego otra vez en el Renacimiento.
Sus enseñanzas fueron la base de los descubrimientos de Galileo Galilei y Leonardo Da Vinci,
un hecho que se destaca en la exposición a través de los escritos de
este último y de la reproducción de un cañón del que dice que Arquímedes
había inventado.
La exposición termina en una sala donde los visitantes pueden probar
las máquinas basadas en los descubrimientos realizados por el genio de
Siracusa, una especie de antena parabólica que proyecta el sonido, una
balanza romana y una herramienta para diseñar espirales utilizados en
las máquinas de coser.
Ver más fotos: aquí
Ver vídeo aquí
Hasta el 12 de enero de 2014
Museos Capitolinos
Piazza del Campidoglio, 1 (Haga click aquí para ver el mapa)
Tel. 060608
Horarios: del martes a domingo de 9 a 20
Entradas: 11 euros, 13 euros (reducidas y Exposición Museo)
martes, 28 de mayo de 2013
Vía romana desde Astorga hasta Braga por el Tera. De Astvrica a Veniatia.
Fue reconocida e identificada con éxito por el ingeniero Enrique Gadea en 1874, entre Astorga y el Portillo de San Pedro de las Herrerías. Es cierto que en su momento se conservaba muy bien en grandes tramos, pero también existían otros que presentaban mucha dificultad para su identificación en una prospección necesariamente terrestre, como la que él realizó. Hoy tiene muchos de sus tramos devorados por la vegetación.
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