Localiza grandes construcciones situadas a 200 metros al norte de iglesia, que no van a ser excavadas
- La línea roja demarca la zona por donde se ha pasado el georradar. fundación del patrimonio
La basílica de Marialba de la Ribera ha resultado ser una auténtica caja de sorpresas. Tras las excavaciones arqueológicas realizadas en el verano del 2009, que ampliaban las primeras prospecciones, llevadas a cabo en 1967 por el Instituto Arqueológico Alemán, en noviembre la Fundación del Patrimonio Histórico emprendía un 'barrido' del yacimiento, con un georradar, en un área de 8.000 metros cuadrados.
La lectura del subsuelo ha descubierto grandes construcciones, a unos 200 metros al norte de la basílica, que han llamado la atención de los arqueólogos, por la solidez y amplitud de las estructuras detectadas; es decir, todo apunta a que se trata de edificios notables, en consonancia con la propia basílica, cuyos cimientos alcanzan los dos metros de ancho.
Las dimensiones de este complejo urbano inédito, que se extienden más allá del perímetro de la zona declarada BIC, podrían corresponder a una 'ciudad' tardorromana o a un enclave militar, teniendo en cuenta que en la construcción de la basílica se reutilizaron fragmentos de tejas con el sello inconfundible de la Legio VII. La arqueóloga Zoe Escudero sospecha que estos nuevos restos son contemporáneos a la basílica, aproximadamente de finales del siglo IV.
De momento, la Fundación del Patrimonio Histórico no tiene previstos más sondeos ni desenterrar las edificaciones localizadas por el georradar. El informe de los arqueólogos afirma que «los restos hallados en la zona norte se corresponden con un hábitat romano importante que pudo dar origen a la basílica de Marialba. El modelo de ocupación de este yacimiento sugiere una distribución similar a la villa de Carranque (Toledo), con núcleos edificados exentos, conectados por caminos, dejando un espacio libre entre éstos y la basílica y su necrópolis».
El mapa del yacimiento. Tanto las excavaciones como el mapa del subsuelo que ha trazado el georradar son trabajos previos a la intervención prevista en Marialba, que incluye la construcción de un centro de interpretación, donde se conservarán 'a cubierto' los hallazgos del yacimiento.
La reciente prospección geofísica, cuyos datos eran desvelados ayer por la Fundación del Patrimonio, también ha descubierto estructuras superpuestas, que hacen suponer la larga pervivencia en el tiempo de este enclave (probablemente, hasta el siglo XIII).
El georradar y una previa prospección magnética revelan la existencia de «muros de hasta un metro de altura, dependencias con pavimentos sólidos y restos de combustión y exposición al fuego». En el costado oeste de la basílica, según el informe de los técnicos, «hay señales abundantes que podrían indicar la continuidad de su necrópolis medieval». Zoe Escudero aclara que la basílica tuvo un uso religioso o de culto desde un principio y también muy tempranamente funerario. Las excavaciones de hace dos años sacaron a la luz 237 enterramientos, con restos de 282 individuos. En siete de las tumbas medievales, donde exhumaron los esqueletos de otros tantos niños, se encontraron collares de cuentas de vidrio, lo que podría interpretarse como una costumbre funeraria de la época. También se hallaron 3.400 fragmentos de cerámica y 2.500 objetos de metal, vidrio, azabache, monedas...
El yacimiento tiene una extensión mayor de lo que se intuía 'se extendería casi un kilómetro al norte de la basílica'. El georradar ratifica que la basílica se construyó sobre un lugar sin ningún tipo de construcción previa. Tanto las excavaciones como el 'barrido' del subsuelo acrecientan el carácter monumental del edificio: era una construcción muy ambiciosa, visible a una gran distancia y en un punto que podía ser clave entre Legio, Lancia y la meseta.
En los restos de construcciones soterradas, como indica el informe, «se observan con nitidez dos orientaciones: una coherente con la basílica, forzada por su presencia; y otra no necesariamente relacionada con ella». Pese a que tanto las excavaciones como el georradar pretenden desvelar el misterio que envuelve a la basílica, abandonada durante siglos, lo cierto es que los nuevos hallazgos, a su vez, abren nuevos interrogantes.
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